Otro cólera es posible

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Por Alfredo Grande

“No hay bien que por mal no venga”
(aforismo implicado)

“El hombre baja por la avenida Delmás llevando un cuerpo inmóvil en una carretilla. Con los talones trata de ponerle freno a ese carro que fue verde alguna vez y que ahora es óxido y tierra, que se bambolea hacia los costados por el peso muerto de una mujer que apenas tiene los ojos abiertos y todos los síntomas del cólera: los labios resecos, gotas de sudor en la frente, una inconsciencia profunda, manchas de vómito en su vestido. El hombre debe ir hacia algún hospital de Puerto Príncipe y es posible que al atardecer regrese a su barriada pobre con un certificado de defunción en la mano, ya sin el peso de la carretilla. Desde el 19 de octubre, cuando se detectó el primer caso de cólera en Haití, ya son 1.334 muertos (77 en Puerto Príncipe), los internados suman 23.377, y hay 60.000 contagios, según la información oficial de ayer. Pero fuentes diplomáticas dijeron a Clarín que las autoridades subestiman el número de víctimas, que en realidad podrían ser un 10 por ciento más. Pero son tales la críticas que hasta una senadora, Edmonde Suplice Beauzile, lanzó hace 10 días una dura acusación:“Está claro que el contingente nepalés de la ONU dejó sus materias fecales cerca del río Melle, un afluente del río Artibonite a su paso por Mirebalais”, una población a un par de horas de esta capital, en el departamento en el que se disparó el cólera. Si el cólera no ha dejado aún más muertos en esta capital, debe ser un milagro de Obatala, el Dios del Bien para el vuduísmo, la religión mayoritaria en este país. Antonio tampoco cree en las elecciones y menos en Preval. Piensa que si pudiera, el presidente suspendería las elecciones para perpetuarse en el poder. “Si hace eso, este país arderá”, dice con una sonrisa. Diario Clarín 23-11-10, Por Pablo Biffi”

(APe).- En los viejos tiempos, leía en los diarios la “crónica policial”. Siempre pensé que eran situaciones con intervención policial, pero que en realidad eran cuestiones sociales, económicas, vinculares. La realidad de Haití debería estar en una sección denominada “crónicas del exterminio”. Terremoto, cólera son apenas formas encubridoras de designar aquello que la culta razón occidental no puede admitir. No son necesarios los grotescos mails que wikileaks desparramó por el mundo para aceptar que nada es como se nos dice y que, una vez mas, el escándalo es la cara visible de la hipocresía. Sin embargo, para aquellos que trabajamos en una escala acotada, diríamos cuasi vecinal, es difícil de creer que se pueda sostener, y durante décadas, algo que llamaré la “dimensión criminal de la paradoja”. La hipocresía es una paradoja de consorcio. De pueblo chico. De pudores, mentiras, engaños, declaraciones pías, escondidas flatulencias. Pero la paradoja es una Razón de Estado. En Haití hay una política naturalizada de exterminio, que tuvo en el terremoto su mas natural exponente. Claro que en Japón con la misma intensidad de terremoto apenas murió una persona, pero ya sabemos que los “ponjas” son mas resistentes. Esa política de exterminio, es hoy continuada por el cólera, lo que implica la aparición de una paradoja menor, pero sustanciosa. El contagio se produce porque soldados cascos azules, enviados como fuerza de paz, contaminan las aguas al realizar sus necesidades fisiológicas (conocidas como “número 2) sin intermediación sanitaria alguna. Una especie de “per saltum” fecal. Desconozco cual es el concepto de paz que tiene esa fuerza, pero evidentemente tendrán que revisarlo. Pero siendo todo esto una terrible aproximación a los círculos del infierno, aún la cosa empeora. La paradoja implica parálisis y confusión. En el mismo momento, o sea, simultáneamente, en que se verifica este impresionante derrape sanitario, hay convocatoria a elecciones. Con tropas de ocupación, por supuesto, una ocupación de paz. El pueblo arrasado sin ninguna intermediación política que lo proteja de la devastación, deberá votar representantes. Se vota al mismo tiempo que se constata que no hay nada para votar. La paradoja de la representación adquiere una dimensión lacerante. Recuerdo cuando George Orwell escribe que el lugar donde se torturaba y masacraba opositores, se llamaba el Ministerio del Amor. En tiempos no demasiado lejanos, y aún impunes, los templarios del Brujo Lopecito eran armados y adoctrinados para asesinar militantes en el Ministerio de Bienestar Social. Bienestar paradojal, que en realidad es la desmentida del malestar absoluto. Luego llegaron las tropas de ocupación para implantar el exterminio bajo el manto de neblina de la doctrina de seguridad nacional. Pero las democracias hacen uso y abuso de estos mecanismos paradojales. En una escala menor, pero también letal. Allí tenemos al democrático gobernador Guildo Insfrán, que inaugura una línea de alta tensión simultáneamente con la alta tensión del asesinato de ciudadanos argentinos. Democrático que tiene mas de 4 periodos consecutivos, o mas, o menos, pero que desmiente incluso los logros de la revolución burguesa. Paradojas del estado de derecho: votos + feudalismo. Es posible que en Haití no conozcan a nuestro Insfrán, pero realmente no lo necesitan. Tienen a demasiados aprendices y maestros de brujos. La única esperanza parece estar en Obatala, y en eso se diferencian de nuestros hermanos tobas. Morir en Haití no tiene siquiera la épica de morir en Madrid durante la guerra civil española, con los crímenes del franquismo aún impunes. El generalísmo por la gracia de Dios que durante más de 40 años llevó a nuestra madrastra patria a los siniestros territorios del oscurantismo clerical y monárquico. No habia cascos azules, ni tampoco los necesitaban. Hoy en Haití solamente hay mierda por todos lados, que es algo así como la guerra bacteriológica contra los más pobres entre todos los pobres. Sin embargo, de esa podredumbre, de ese hedor insoportable, nuestro deseo es que el bueno de Obatala se dé cuenta que el Bien es también la Cólera de los pueblos. Los pueblos siempre saben, pero como a veces no saben que saben, creen ignorarlo. Y ese saber/verdad marca que el presidente actual quiere emular al Generalísmo, o a nuestro Guildo, y perpetuarse en su trono fétido. Pero Antonio, nuestro compañero, sabe que otro cólera es posible. “Y el país arderá”. Obatala y los luchadores de la tierra protegerán a los justos. Por que al igual que el poeta, “con los pobres de la tierra, queremos nuestra suerte echar”.

Edición: 1908


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