El marcianismo y el narcotráfico

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Por Carlos del Frade

(APe).- “Así como están los sistemas de pensamiento que intentan explicar el mundo desde diferentes concepciones, como el capitalismo, el marxismo, el catolicismo y tantas otras variantes filosóficas, en nuestros pueblos de la Argentina comienza a desarrollarse una nueva forma de entender la realidad: el marcianismo… Parece que fueron marcianos los que desataron la dictadura. Que nadie se benefició con la matanza que se hizo. Que no hubo cómplices civiles y económicos. Ahora pasa lo mismo con respecto al narcotráfico. Son marcianos los responsables de la democratización del consumo o ajenos a la realidad argentina: colombianos, mexicanos o bolivianos. Nunca nadie asume el rol que le corresponde en la trama de la complicidad”, dijo con humor, sencillez y profundidad el médico Fernando Taín al presentar un libro sobre narcotráfico en la biblioteca popular “Mariano Moreno” de su localidad, Coronel Bogado, en el sur de la provincia de Santa Fe, una comuna con menos de tres mil habitantes. Hace poco tiempo atrás, un narco uruguayo fue arrestado mientras miraba un partido de fútbol del campeonato mundial que se desarrolló en Brasil en el tradicional bar de Arturo, en ese punto de la geografía vinculado con las luces y las sombras de Rosario.

No muy lejos de allí, en Alcorta, histórico lugar que remite a la épica huelga de chacareros arrendatarios iniciada el 25 de junio de 1912 y que denunciara al “pulpo del latifundio”, la lucha contra los vendedores de cocaína choca contra distintas complicidades policiales y políticas, a pesar de la valentía de periodistas, maestras y gente sencilla que cuando habla se encuentra con ventanas rotas o autos que los siguen durante varias cuadras.

En las pequeñas comunidades de las grandes provincias argentinas, santafesinas, cordobesas, bonaerenses o entrerrianas, la realidad de los dichos populares tiene peso en la vida cotidiana. “En los pueblos nos conocemos todos”, sostiene una de esas máximas. Sin embargo, “nadie habla”, es la continuidad de aquella afirmación. Hay miedo porque la trama del negocio, justamente, se hace palpable y visible. No hay narcotráfico sin vínculos entre nichos corruptos de la política y las fuerzas de seguridad.

Las maestras cuentan, en espacios reducidos, cómo las chicas y los chicos sienten autoestima cuando se referencian en las bandas narcos. Desesperada búsqueda de una autoestima que no encuentran en otros lugares, con otras compañías. “Mi papá es narcotraficante”, dijo un chico cuando le preguntaron. En realidad nadie conocía al progenitor. Era la forma que encontraba el pibe para sentirse protegido o respetado. Eso cuenta la docente al mismo tiempo que sostiene que todo lo que pasa en Rosario llegará en menos de cinco años al pueblo cercano de la urbe.

En otras grandes ciudades, como Río Cuarto, en la provincia de Córdoba, los voluminosos y rápidos incrementos de los patrimonios particulares e inmobiliarios tienen razones que se desarrollan entre los periodistas que luego no pueden escribirlas o mostrarlas por televisión por imposiciones varias de los dueños de los medios.

El “marcianismo” del que habla el doctor Taín es la repetida excusa que se encuentra en pequeñas localidades y grandes ciudades: el mal siempre parece venir de afuera. Por eso está tan vigente la xenofobia y el racismo.

Y, en forma paralela, esa forma de encontrar la fuente del mal en lo de afuera deja al descubierto el miedo que se impone desde los factores de poder internos a los que viven en esas comarcas.

Sin embargo, es en esas comunidades donde se encuentra la esperanza: saben que para vencer el miedo hay que juntarse. En las bibliotecas populares amanecen lugares para el encuentro y fluyen las palabras y las ideas. Buscar por afuera lo que no se puede hacer desde adentro. Presionar a la mala policía para que se vaya, presionar al poder político cómplice por miedo o incapacidad para defender a las pibas y los pibes de la localidad, movilizarse para derrotar los devastadores efectos del marcianismo, esa deliberada construcción mental y cultural que sirve de naturalización de los hechos mafiosos que están presentes en cada rincón de la Argentina por más pequeño que sea.

Fuentes: Entrevistas propias realizadas por el autor de esta nota al recorrer Alcorta, Coronel Bogado, Río Cuarto, San Pedro, J.B. Molina y Balnearia, pequeñas y grandes localidades de las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires presentando su último libro “Ciudad blanca, crónica negra”.

 

Edición: 2792


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