Tévez

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Por Carlos Del Frade

(APe).- -Me estoy juntando con mis amigos una o dos veces por semana. Ahí en el barrio. Son como cinco y solamente tres tienen trabajo. Y no me dejan pagar nada. Ahí me doy cuenta dónde vivimos. Siempre fuimos así. Nunca cambió nada. Mis viejos me inculcaron todo esto… el barrio me enseñó a caminar la calle… el otro día en Formosa… un paredón grande y entramos al hotel… Las Vegas… Las Vegas, con casino y todo. Pero del otro lado del paredón la gente se estaba cagando de hambre… y la gente te da la vida, se desvive por vos, te miraba y lloraban, señoras de ochenta años a nenes de cinco.

Y entonces me digo, en qué mundo estamos. No se puede vivir así. Nos tenemos que dar cuenta de estas cosas. Porque los pibes no merecen estas cosas – dijo Carlos Tévez en el programa de televisión “Animales Sueltos”.

Además dijo que está cansado de los políticos que quieren sacarse una foto con él y que los millones que ganó jugando al fútbol están ahí pero que sigue viviendo con pocas cosas, como fue toda su durísima infancia en Fuerte Apache.

Alguna vez, Marcelo Bielsa, cuando era el director técnico de la Selección Nacional que estaba disputando un campeonato en Bolivia se emocionó hasta las lágrimas al contar como las hijas y los hijos del pueblo sencillo se identificaban con Tévez.

La historia dice que cuando tenía cinco años, su papá biológico fue fusilado con 23 balazos y que su mamá, Fabiana Martínez, que le había dado el apellido, lo abandonó a los seis meses. A los diez meses una catarata de agua hirviendo se le cayó encima y después de dos meses y medio de estar internado pudo gambetear la muerte pero los guadañazos de las quemaduras quedaron en parte de su cara y cuello.

Fueron sus tíos, Adriana Martínez y Segundo Tévez, los que se hicieron cargo del pibe que se empecinaba en seguir para adelante. Se enamoró de la pelota en el club Santa Clara, de Fuerte Apache, y en el verano de 1989 llegó a Floresta, a All Boys. No tenía ni para zapatillas.

Alguna vez sostuvo que era ciento por ciento villero y que si no fuera por los goles, “hubiera terminado muerto o en la cárcel”.

Boca se lo llevó por solamente diez mil dólares. El club, en aquel tiempo conducido por Mauricio Macri, lo vendió a Europa, a los pocos años, en más de veinte millones de euros.

En el año 2001, cuando debutó en la primera del equipo de la Ribera, el propio Macri lo definió como "el sucesor de Martín Palermo".

"De no ser futbolista me veo cartonero. Otra cosa no. Yo sigo enamorado de Fuerte Apache. Mi infancia fue inolvidable. Me gustaría vivirla de nuevo. No me importa lo que digan. No me voy a olvidar de mis raíces. Los pibes me dicen: ''cuando estés arriba no te olvides de los pobres''. El Fuerte es el lugar más hermoso del mundo. Ahí se ve la pobreza de verdad", dijo Tévez catorce años atrás.

Hoy, mientras el fútbol muestra su cara más feroz y perversa, cuando todo se reduce a respuestas vacías de contenido, Carlitos es capaz de reparar en la obscenidad de un hotel casino en Formosa y que del otro lado los pibes se “cagan de hambre”.

Tévez, a su manera, juega en la cancha grande de la realidad y encara de frente ante tanta defensa hipócrita de la injusticia social consagrada en distintos puntos de la geografía argentina.
El muchacho de Fuerte Apache tira centros para que alguien cabecee, necesita dar vuelta un resultado que hace rato viene mal para los que forman parte del equipo de las grandes mayorías.
-…en qué mundo estamos. No se puede vivir así. Nos tenemos que dar cuenta de estas cosas. Porque los pibes no merecen estas cosas…-dijo Carlos Tévez, el número nueve que dejó millones de euros para volver a Boca, el que nunca tiene lugar en la Selección, el que habla de una manera que ninguno de los tres principales candidatos a presidentes de la Nación lo hace.

Quizás sea hora de empezar a cambiar las reglas de juego en la cancha grande de la historia para ganar, justamente, ese partido al que convoca el pibe de Fuerte Apache.

Edición: 2986


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