Cuerpo de Nadie

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Por Claudia Rafael

(APe).- Fue un triangulito de vida diminuta. Su nombre es Nadie. No tiene edad. No tiene sexo. Hoy buscan sólo las huellas de su muerte. Su historia ínfima y anónima duró dos, tres años. Quién sabe. Su identidad es hoy la de la muerte cruel. La de la condición humana hecha brutalmente despojo por la misma humanidad
a la que no importa el dolor ni la ternura.

No tuvo alas. No construyó sueños. No jugó a los juegos de la infancia embarrada ni atropelló las olas o se hundió en ellas a pesar de la cercanía. No pudo asir estrellas entre sus deditos porque se los quitaron. No pudo andar por la arena, dejando las marcas desprolijas de las huellas de la niñez irreverente porque ya ni pies tenía.

No supo de las mareas ni del gusto salado del agua del océano que baña las orillas. No conjugó verbos. Ni adivinó acertijos. Ni trepó a los árboles de hojas rojizas. Jamás guardó una pluma ni pintó con crayones sobre una pared.

Lo halló un hombre en bicicleta sobre la ruta que une Mar del Sud y Miramar. No tenía ni brazos ni piernas. "Le faltaban todos los órganos producto de la intervención de una persona experta que empleó instrumentos quirúrgicos adecuados", escribe el diario La Capital, de Mar del Plata. Era su cuerpito minúsculo y su piel truncada por el horror en la desnudez más fría. Un triangulito de vida diminuta en la oscuridad de la noche.

Su nombre es Nadie. Y su destino es el olvido. Porque el mundo adulto decidió que ésa sería su historia.

 

Edición: 3359


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