Colombi, la tardía expresión de un negocio paraestatal

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Por Carlos Del Frade

(APe).- Ayda Levy, la viuda de Roberto Suárez Gómez, “el rey de la cocaína”, como ella misma lo llamó en su libro, cuenta el arreglo que había hecho su marido con la dictadura de Videla, Viola y Galtieri. Es un documento valioso porque muestra que el narcotráfico es un negocio paraestatal y multinacional, que necesita de nichos corruptos en los tres poderes de la república y su desarrollo tiene, por lo menos, más de cuarenta años.

Que las rutas de la marihuana, siguiendo el curso del Paraná, y la cocaína, por la 34, no son nuevas, sino antiguas y que lo único que cambian sus eventuales gerentes que, como mucho, estarán diez años en el pico del negocio hasta que sean desplazados por otros nuevos actores, cada vez más audaces y con mayor poder de relaciones políticas, judiciales, empresariales, no solamente en los territorios propios, sino también en la agenda internacional.

Sin embargo, los distintos gobernadores de las provincias argentinas, los diferentes presidentes del país, no quieren pensar esta evidencia histórica.

Cuesta admitir que el capitalismo, presente en toda la vida cotidiana de casi todo el planeta, se alimenta de cinco bocas: petróleo y extractivismo, armas, medicamentos, narcotráfico y trata de personas. Negocios fundantes y arterias que abastecen, cada minuto de cada día, el corazón del sistema.

Por eso hay pueblos del norte de Santa Fe con solamente 55 viviendas que están atravesados por las rutas de la marihuana, porque el negocio a escala siempre sirve para recaudar también a escala.

Ahora, el gobernador de la provincia de Corrientes, la que alguna vez formó parte del gran proyecto liberador del siglo diecinueve como era la Liga de los Pueblos Libres encabezada por José Gervasio Artigas; ahora, el señor Ricardo Colombi está a punto en convertirse en uno de los primeros gobernadores que tendrá que explicar su marcado interés por desarticular un operativo que intentaba atrapar a una banda narco en su territorio.

La información dice que “las sospechas de complicidad con el narcotráfico en Corrientes traspasan el límite de Itatí, donde fueron detenidos el intendente y el viceintendente, entre otros sospechosos. Las investigaciones se centran ahora en la acción de las fuerzas de seguridad federales y provinciales, en miembros de la justicia y del propio gobierno correntino”, sostienen los diarios.

El juez federal de Reconquista, otra postal del norte profundo santafesino, analiza pedir la indagatoria del mandatario por "obstrucción a la Justicia e incumplimiento de los deberes de funcionario público" por su irrupción durante los allanamientos realizados en la ciudad de Goya, en diciembre pasado. Colombi, entonces, ordenó arrestar al comisario José Moyano, jefe de Drogas Peligrosas de Santa Fe, quien estaba a cargo del procedimiento.

Nichos corruptos de la política y también de las fuerzas de seguridad nacionales. En marzo de 2017, tras el operativo Sapucay, fueron pasados a disponibilidad de 15 efectivos de la Región VIII de la Policía Federal, entre ellos oficiales de alto rango que coordinaban actividades en las provincias de Corrientes, Formosa, Paso de los Libres, Posadas, Presidente Roque Sáenz Pena, Puerto Iguazú y Resistencia.

“De acuerdo con fuentes de la investigación, estos efectivos se movían como verdaderos narcos. Pagaban a los informantes con la droga que luego incautaban en operativos que los "buchones" apuntaban y además se sospecha que pedían rescate por el estupefaciente secuestrado a los mismos narcos”, apuntan los periodistas.

Colombi es la expresión tardía de un negocio montado por los pliegues ocultos de las dictaduras de Argentina y Bolivia, empujados por el gobierno de los Estados Unidos.

Más de cuatro décadas de grandes riquezas por un lado y decenas de pibas y pibes muertos por el otro.

Tanto silencio, tanto mirar para otro lado no parecen señales de desconocimiento sino de complicidad.

Fuente: Diario “La Nación”, domingo 26 de marzo de 2017.

Edición: 3362

 

 

 


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