Sandra Cabrera, 15 años después (Parte I)

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Por Carlos del Frade

(APe).- Sandra Cabrera era la secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina, seccional Rosario. Fue asesinada hace quince años, el 27 de enero de 2004. Cuando se cumplieron cuatro años del hecho, presentamos un informe en relación al expediente que investigaba el asesinato de Sandra Cabrera.

Las conclusiones del trabajo periodístico, entre otras, fueron que no se investigaron los vínculos entre dueños de boliches, policías federales y provinciales.

Dijimos y escribimos: “A cuatro años y diez meses del crimen de Sandra Cabrera, una relectura crítica de los once cuerpos de la investigación judicial revela que no se siguieron las pistas que vinculan a dueños de boliches con policías provinciales y federales y que el asesinato de la secretaria general de AMMAR Rosario logró terminar con las denuncias que habían logado la remoción de la cúpula de la división de Moralidad Pública”.

El asesinato confirmó la condena que entrañaban las amenazas recibidas por Sandra, sus compañeras y su propia hija, Macarena, especialmente a partir de septiembre de 2003. Deberían revisarse aquellas causas que vienen desde 1998.

No se profundizaron los caminos que vinculan a dueños de boliches, policías federales y provinciales. Existe una naturalización de parte de la justicia provincial de los delitos denunciados en la causa y que tienen como protagonistas a integrantes de ambas fuerzas: desde hostigamiento a trabajadoras sexuales hasta compartir droga remanente de procedimientos para la venta en la calle.

Después del asesinato de Sandra Cabrera se apagaron las denuncias que habían producido los relevos en la cúpula de Moralidad Pública y otras reparticiones.

Volvió el miedo y continuaron los aprietes. Los que mataron a Cabrera siguieron con sus negocios y se sacaron de encima a una molesta denunciante.

Tampoco hubo explicación de parte del poder político de la provincia de aquel entonces de por qué le sacaron la custodia policial a la asesinada menos de tres semanas antes del crimen.

El ex gobernador Jorge Obeid le manifestó su desagrado al entonces ministro de Justicia, Gustavo Béliz, por el acompañamiento que hizo el ex jefe de la división de Drogas Peligrosas de la Policía Federal al principal imputado. El resultado fue la separación de aquel responsable del área y su alejamiento de la ciudad. Más que un castigo, aquella medida política, cuatro años después, parece ser un encubrimiento de responsabilidades funcionales.

En todo el expediente las tres palabras que más se repiten son policías federales, provinciales y droga. Sin embargo no existió una búsqueda que intentara desarticular semejante grado de connivencia entre los sectores que supuestamente deben combatir al delito y que, en realidad, lo practican.

Tampoco hubo desde la entonces oposición política, hoy gobierno en la provincia de Santa Fe, una continuada y decidida voluntad de combatir las mafias que manejan el negocio de la prostitución y el narcotráfico en la zona de la terminal de ómnibus “Mariano Moreno” en la ciudad de Rosario.

En el encuentro que sirvió de marco a la presentación de la investigación, se planteó la necesidad de que se conforme una Comisión Bicameral que compile pruebas alrededor de la red ilegal de negocios y explotación de personas, “porque si el poder judicial no puede, no quiere o no sabe completar las pistas sueltas que quedaron en el expediente, es deber de la Legislatura resolver cómo continúan vigentes los intereses que llevaron al asesinato de Sandra Cabrera”.

La investigación por el crimen de Sandra Cabrera estaba a punto de cerrarse y no fueron tomados en cuenta las 116 declaraciones testimoniales ni las 25 informativas recabadas en los primeros meses de investigación.

El 7 de noviembre de 2004 la Cámara de Apelaciones consideró que “los testimonios no son válidos porque provienen de “personas con actividades callejeras que transcurren las madrugadas con un itinerario errante”. Los testimonios tomados a personal policial, uno calcado del otro, sí fueron aceptados.

Un asesinato estructural

Cuatro años largos después, una relectura de los once cuerpos que -por el momento- resumen la investigación judicial en torno al asesinato de la dirigente sindical de las meretrices rosarinas, permite formular las siguientes ideas:

*El asesinato confirmó la condena que entrañaban las amenazas que recibieron Sandra, sus compañeras y hasta su propia hija, Macarena, especialmente a partir de setiembre de 2003. Deberían revisarse aquellas causas que vienen desde 1998.

*Aunque hubo un esfuerzo para buscar pistas a través del registro de aquellas denuncias repartidas entre varios juzgados provinciales, no se profundizaron los caminos que vinculaban a dueños de boliches, policías federales y provinciales.

*Existe una preocupante y llamativa naturalización de parte de la justicia provincial de los delitos denunciados en la causa y que tienen como protagonistas a integrantes de ambas fuerzas. Desde el hostigamiento y persecución a las trabajadoras sexuales hasta el compartir la droga remanente de procedimientos para la venta en la calle con los potenciales clientes de sus tácitas rehenes.

*Después del asesinato de Sandra Cabrera se apagaron las denuncias que en los últimos años produjeron los relevos en la cúpula de Moralidad Pública y otras reparticiones. Volvió el miedo y continuaron los aprietes. Los que mataron a Cabrera siguieron con sus negocios y se sacaron de encima a una molesta denunciante.

*Tampoco hubo explicación, de parte del poder político de la provincia, sobre por qué de aquel entonces por qué le sacaron la custodia policial a la asesinada menos de tres semanas antes del crimen. Apenas hubo una excusa a través de los medios de comunicación.

*El crimen de Sandra Cabrera, por lo tanto, no fue un “asesinato pasional”, sino un hecho que revela una situación estructural en la ciudad de Rosario, en primer lugar, y en la provincia de Santa Fe, en segundo lugar.

*Es necesario revitalizar la investigación judicial en torno al asesinato y crear una comisión bicameral que produzca información y compile pruebas alrededor de una red ilegal de negocios y explotación de personas que incluye menores de edad y que está compuesta, como queda probado en los once cuerpos de la causa, por integrantes de la Federal, la Provincial y tiene contactos con empresarios de la ciudad.

*Porque, si el poder judicial no puede, no quiere o no sabe completar las pistas sueltas que quedaron en el expediente, es deber de la Legislatura resolver cómo continúan vigentes los intereses que celebraron el asesinato de Sandra Cabrera.

Lo que sigue es un repaso de declaraciones, hechos y constataciones que figuran en el expediente del caso y que sugieren las ideas y los pasos a seguir. Hacer justicia con Sandra Cabrera es desmantelar las redes de complicidades que hacen posible la explotación de seres humanos, la democratización del narcotráfico y la impunidad de funcionarios estatales que en lugar de cuidar al pueblo, lo usan en beneficio propio.

Así fueron las cosas para la justicia...

Sandra Cabrera fue asesinada entre las 3 y 5 de la madrugada del 27 de enero de 2004. Era la secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina, seccional Rosario.

Su cuerpo fue encontrado frente a la puerta del domicilio de la calle Iriondo 647, en la zona de la Terminal de Ómnibus “Mariano Moreno”, de la ciudad de Rosario. La mataron mediante un disparo de arma de fuego calibre 32, efectuado desde atrás, en la nuca, con el arma apoyada, con alevosía. Sergio Cabrera, el padre de Sandra, declaró que el sábado 24 de enero, vio frente a su domicilio de Pasaje Asunción, una camioneta cuatro por cuatro, color gris oscuros, en cuyo interior había una filmadora que apuntaba en dirección a su casa.

Días después remarcó que al volver al departamento que habitaba su hija, encontró una gorra de la Policía Federal que tenía escrito la leyenda “Turco”, un policía, “allegado a ella, ya que la misma le mandaba chicas al Turco a una parrilla de calle Pellegrini y Garzón, donde solía frecuentar el Turco, asimismo tiene conocimiento que este Turco le compró un video juego a su nieta Macarena, lo pagó con la tarjeta de crédito de él, esto se lo comentó una vecina de nombre Marta, que vive al lado de Sandra...que también le comentó que se habían metido dos policías de la Federal y la apretaron (a Sandra) y que había vuelto con un novio de la Federal, que tenía antes. Relató que Sandra había denunciado o iba a denunciar a un taxista que vendía drogas, esto lo tiene que saber el Turco y la Liliana, una amiga” de su hija. Sergio indicó que el día “del velorio estuvieron los de Moralidad amenazando a las chicas para que no vayan al velatorio”.

Cuando fue a visitar la tumba de su hija, Sergio encontró un anónimo: “Pudrite gorda puta por buchona. Quedan dos en la mira. ¡Ojo!. Me cago en los derechos humanos protectores de los delincuentes. Viva la policía (las botas) p”. El padre de Sandra también apuntó que Mercedes, una amiga de su hija, no fue al velorio, que se puso a llorar, “que no quería saber nada con ammar ni con nadie, entonces la empezaron a apurar y ahí esta mujer dijo: fue el botón hijo de puta, fue Diego. Ahí le comentaron que Sandra tenía problemas últimamente porque lo había amenazado con que le iba a decir a la mujer, porque la estaba siguiendo mucho y la molestaba”.

-Sandra me dijo de una amenaza de Bermejo quien dijo que iba a volver a Moralidad cuando quería y que iba a haber balas para las que habían denunciado y que él no lo iba a hacer sino que iba a mandar a que lo hicieran. La única relación con Bermejo era la de la plata, que yo sepa...Una vez, un taxista de chapa 2302 de nombre Juan que para en Constitución y Santa Fe le dijo a Sandra que “el vuelto iba a estar”, que aparentemente estaba en combinación con el dueño del boliche de Castellanos y San Lorenzo – declaró Nilda Edith Cinzano. Bermejo es Sergio Omar, integrante de la policía provincial de Santa Fe y ex integrante de la cuestionada brigada de Moralidad Pública.

Yésica Cavo, vecina de Sandra desde agosto de 2003, informó que la policía había colocado un auto particular “con policías que quedaban de custodios” frente al pasillo que compartían en San Lorenzo 3261.

Rosa María Teresa Signorelli señaló que Sandra “se sentía muy protegida, no le tenía miedo a Moralidad, ella decía tengo toda la cana conmigo. Ella se sentía protegida en última instancia por una persona que trabajaba en la Federal. Sabe que Sandra Cabrera consumía drogas y era vox populi que vendía porros y cocaína. Eso es lo que se decía... El Turco trabajaba en la Federal en la misma sección que Diego, que desde hace mucho más de dos años se comentaba en la noche que la iban a encontrar muerta, porque decían que no respeta los códigos, que Sandra le contó que pocas veces hacía servicios en la calle, que últimamente como estaba mejor, no necesitaba de esas cosas de diez pesos”.

Agregó que “en toda la noche se comentaba desde hace mucho más de dos años que la iban a encontrar muerta, porque decían: ‘No respeta los códigos’, iba de lo legal a lo no legal”.

Diego Parvluckzyk declaró que el martes 27 de enero salió de franco alrededor de las dos y media de la madrugada. Pasó por la zona de la terminal, vio a Sandra en el kiosco de San Lorenzo y Cafferatta, la saludó, fueron hasta la casa y a las tres y media la dejó en Cafferatta y Catamarca. Que “a la casa de ella fueron en su auto, un Duna color verde, en la casa de Cabrera tuvieron relaciones sexuales y después la llevó hasta el lugar que dijo, que usó preservativos pero no sabe si habrá perdido algo, cuando lo sacó aparentemente roto no estaba”.

Un llamado anónimo recibido en el juzgado, sin embargo, informó que Parvluckzyk había pactado un encuentro con Sandra alrededor de las cinco de la mañana y que la pasó a buscar por calle Cafferatta y San Lorenzo.

Para Mirta Lucero, Diego la ayudaba económicamente, que para ella no estaba interesado en matarla, que se llevaban bien y que Sandra había tenido “un inconveniente con la gente de un boliche que queda en calle San Lorenzo y San Nicolás, inclusive le pegaron una piña”.

Por su parte, Estela Lista declaró que le llamó la atención la presencia de una chata carrier, tipo Fiorino, de color blanco, con líneas como si fuera un sol violeta, bien del lado de la puerta y que tenía una inscripción que no pudo distinguir. Que paró en la esquina donde estaban Sandra y Paola. También relató que Sandra tenía mucho miedo de perder.

Una confesión que le hizo antes de la denuncia efectuada en el mes de setiembre de 2003. Recordó que una chica llamada Alicia Fernández le comentó que “estaba en la casa de Sandra un día y vio un paquete grande, cree que le dijo que era cocaína, que le había traído Diego a la casa para que Sandra venda, no sabe cuándo fue eso”.

En su momento, Melina Noelia Lista apuntó que “el día 27 de enero había mucho movimiento de policía, la séptima y el comando. Una noche anterior habían pasado dos policías en moto y preguntaban qué tal era la zona, el movimiento, porque los mandaban del comando o la jefatura, o algo así, según comentaron” y que “preguntaron por Sandra”.

Para el sargento de guardia de la sección Drogas Peligrosas de la Policía Federal, Walter Fernando Vera, Parvluckzyk salió a las 2.27 de la madrugada y que en su opinión no fue quien la mató: “No tiene bolas para matarla” y recordó que si había un allanamiento, “él nunca entraba”.

Según Margarita Rita Lista, Sandra “tenía problemas con la policía, estaba amenazada de muerte, tanto ella como su hija...creo que las amenazas se desencadenaron a raíz de que ella hizo echar un jefe de Moralidad Pública, hará más o menos un año. Dicen que Sandra estaba con un policía de la Federal...El domingo aparecieron dos muchachos vestidos de policías que preguntaron por Sandra...me dijeron que eran del Comando que los mandaban de Jefatura para cuidar la zona...Uno dijo, ¿y la sanjuanina?... Después los fui a saludar a los policías y me decían que me calle la boca porque había otros y no podían hablar...Con respecto a quién puede haber matado a Sandra algunos creen que los narcotraficantes otros creen que la policía, lo que más suena es la policía porque ella andaba con uno de la Federal, la bronca estaba con ellos más que con los de Moralidad...Me llamaba la atención que el auto de la Séptima dio dos o tres vueltas por la manzana de San Nicolás y Santa Fe...se metían para el lado donde estaba Sandra muerta”, declaró.

Ella estaba de novia con un muchacho que se llama Diego, no eran novios propiamente dichos, porque él tenía su mujer, su familia...Sé que es policía federal por lo que me contó Sandra...Diego le había dado droga para que vendiera Sandra...pero eso eran las discusiones- sumó como testimonio, María de las Mercedes Battiatto.

El comisario de la policía federal, Alberto Lomonte, titular en ese momento de la sección drogas peligrosas, admitió que Sergio Cabrera era una persona que daba información respecto al consumo de estupefacientes y que después del asesinato de Sandra, dejó de tener contacto.

En su oportunidad, el también policía federal, Raúl Antonio Paredes, dijo haber conocido a Sandra en el boliche “La Diosa”, hacia el año 2000. “Me enteré que trabajaba en la zona de la Terminal por sus propios dichos y me aportó datos de importancia para mi trabajo y puedo decir que llegamos a realizar algunos procedimientos con datos aportados por ella”, añadió.

Walter Rubén Miranda, por su parte, policía de la provincia, informó que integraban Moralidad Pública entre 1999 y 2000 y que se tuvo que ir como consecuencia de la denuncia realizada por una de las hermanas Cinzano.

Aníbal Fernando De Simone, jefe interino de Drogas Peligrosas de la Policía Federal, dijo que el logo de la camioneta Express fue retirado por el oficial Parvluckzyk, hecho que después confirmaría otro integrante de la fuerza, Jorge Escalante. Según Néstor Juan Fernández, policía provincial rosarino, describió el trabajo que hacía en Moralidad Pública: “Cubría servicios externos, ordenados por la superioridad, ya sean servicios de controles de taxis y los días de fines de semana me tocaba inspeccionar confiterías bailables, bares, kioskos y ‘minimarquetis’ con respecto a prevenir el expendio de bebidas alcohólicas a menores de edad, como asimismo se recorrían distintas partes de la ciudad de Rosario, en prevención de contravencionales”, dijo Fernández.

También habló sobre la orfandad de medios de comunicación para realizar esos procedimientos: “No usaba ni handy, ni teléfono celular, llamaba de un teléfono público o concurría a la sección, porque mi casa se halla ubicada cerca del palacio de Jefatura”.

¿Cómo es posible que la comunicación de los que integraban la brigada de Moralidad Pública dependiera de un teléfono público?.

¿Qué hacían si sucedía un hecho urgente?

¿Qué hacía, realmente, la brigada de Moralidad Pública?

-Yo no la maté - dijo Diego Parvluckzyk, en su declaración indagatoria. ...No tengo nada que ver con el homicidio...quiero aclarar que la vez que me presenté anteriormente, fue también a sugerencia del jefe Lomonte. Ahora le dieron la disponibilidad...Conocí a Sandra Cabrera en el 2001, a raíz de un procedimiento, en que la detuve, porque tenía cocaína. Ahí la conozco como Sandra Cabrera, ya la había visto en el 2000, ya que habíamos sido invitados a una cena que organizó una radio, ahí yo concurrí y estaba ella.

En aquel folio 1759, puede leerse que “el imputado dice que cuando la víctima se presentó en Drogas Peligrosas fue para hablar con el Jefe, Lomonte, dice que la víctima y Lomonte se reunían a tomar café y hablar, igual que con el cabo primero Balbuena”.

El federal agregó que “había tres brigadas” de Drogas Peligrosas de su fuerza” y que “en su momento Lomonte me sugirió que finalice la relación de informante con Cabrera, a Lomonte no le gustaba mucho el tema de los informantes, porque en el juicio oral, no está la figura del informante, pero igualmente si uno está en el tema drogas, necesitás información de alguien que esté adentro...que expresamente Lomonte me lo pidió, fue medio como una orden, me dijo, no quiero que tengas más trato, esto fue el año pasado, antes de julio más o menos, no recuerdo bien...que a mi nunca Cabrera fue a buscarme a calle Francia, a Lomonte fue a buscarlo, Enrique fue quien la atendió y me contó a mi... tenía problemas serios con la gente de Moralidad, gente del ambiente de ella, porque muchos sabían que era informante de la policía...Tenía una cicatriz en la cara que se había comido por el tema ese, tenía problemas también con Balbuena, ella me contó que la apretaba, me contó un par de veces que le cruzó el auto...No se si la apretaba por trabajo o por otra cosa”, declaró Parvluckzyck en aquella oportunidad.

El es una persona especial, distinta a lo que yo estoy acostumbrado. A mi me gusta hacer chistes de oficina, digamos, a él no le caía muy bien, es muy reservado, el era superior y yo cumplí todas sus órdenes, al margen de que no estaba de acuerdo con algunas, después algunas cosas se fueron dilatando, y él logra sacarme de la brigada... Realmente no se por qué, laboralmente íbamos bien, quizás él se cansó que le pusiera palos en la rueda, el jefe Lomonte me notificó que pasaba a otra brigada -fue la respuesta que dio Mariano Balbuena, subordinado de Parvluckzyk en la Federal.
Las diferencias entre ellos se debían a la disputa que existía por el afecto de la también policía federal, María del Carmen Enrique.

Paola Rodríguez da fe que ese mediodía viajarían con Sandra hacia Cosquín y que ella le contó que Diego le había dado cincuenta pesos.

Por su parte, Elena Eva Reynaga, titular de AMMAR a nivel nacional, aportó como dato que Sandra llegó a estar embarazada del oficial de la Federal.

Más adelante, María de las Mercedes Battiato, ratificó que presenció una discusión entre Sandra y Diego. “La discusión fue la noche que jugaban Boca y Central, él le decía que le dé la plata y ella decía que no la tenía y él le dijo que fuera a trabajar, que fuera a la esquina...primero fue lo de la discusión y dos noches después lo del auto. El nos tiró el auto encima cuando estábamos cruzando...Yo, droga en la casa de Sandra nunca vi, pero sé que Diego le dejaba porque ella me contaba, sacaban de un procedimiento y lo guardaban para meterlo en otro procedimiento...”.

El juez de la causa remarca que “al analizar la situación procesal del imputado Parvluckzyk debe inicialmente analizarse la vinculación que unía a éste con la víctima Cabrera, que permitirá abordar una visión global sobre la actividad de la omnipresente sección de Drogas Peligrosas de la policía Federal en la zona de la Terminal y en particular de Parvluckzyk y su relación con Cabrera”.

Para el juez, la relación entre los dos “transcurría por lazos afectivos, que trascendían la mera actuación como informante”.

Deja sentado que en la causa 301/04, “se ha investigado un sinnúmero de pistas incluidas el tenor de denuncias de colegas de Sandra a las que ella acompañaba e incluso que ella misma efectuó y que se referían a presiones de funcionarios policiales provinciales, también a otras personas, denunciantes de las víctima por hechos anteriores, personas ligadas a la prostitución, más los informes de inteligencia de las distintas fuerzas, la posible ausencia preparada de las fuerzas policiales en las inmediaciones del lugar del hecho -no detectándose anomalías en este sentido- a lo largo de estos nueve cuerpos”, (por entonces).

En cuanto “al retiro de la custodia policial provincial se informó que obedeció a una estrategia no limitada a ese caso. Pero en el de marras, es probable que no hubiera tenido efecto sobre el homicidio porque a pedido de la propia Sandra Cabrera se limitaban a cuando estaba en su casa y no cuando salía ni mucho menos cuando ejercía la prostitución, hecho que se reitera por mujeres de esta profesión como lo han manifestado en otras causas, por ejemplo la denuncia de Langoni en contra del policía Bermejo”.

Por lo tanto, el doctor Carlos Carbone, juez en lo penal de instrucción de la novena nominación, después de su fallo de cincuenta páginas, resolvió el auto de procesamiento y prisión preventiva contra Diego Víctor Parvluckzyk por considerarlo autor del homicidio de Sandra Cabrera. Era el 10 de junio de 2004.

Cinco meses después, Parvluckzyck quedaba liberado por decisión de la Cámara de Apelaciones en lo Penal de los tribunales provinciales de la ciudad de Rosario.

La segunda parte de este informe será publicada el lunes 4 de febrero

Edición: 3802


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