Una, dos, tres… muchas grietas

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Por Alfredo Grande

(APe).- La profecía fundadora del Frente para la Victoria, fue “capitalismo serio con derechos humanos”. Muchas veces, aunque ahora pienso que fueron inútiles, señalamos que era una contradicción irresoluble. Porque justamente el capitalismo, especialmente el serio, es el mayor depredador de los derechos humanos. Lo verdadero de este análisis fue corroborado por el macrismo, que directamente habló del “curro de los derechos humanos”. Y ya mencionamos que la parábola que empezó con Menem, termina con Macri. Termina, pero no finaliza.

Las largas sombras del neoliberalismo seguirán tapando el sol de la justicia social, la soberanía política y la independencia económica. Haber permitido, por acción, por omisión o por ambas, el arrasamiento económico, cultural y político de un país, no será sin consecuencia hacia lejanos futuros. La profecía del Frente de Todos (obviamente, de todo los que están en el Frente de Todos) es superar la grieta. Cerrarla. Taparla. Tapiarla. Cubrirla. Por lo tanto “la grieta” aparece con el gran analizador de esta etapa.

“Tranquilizar la economía”, en palabras del ministro de economía, nos muestra la urgente necesidad de que la economía tome un clonazepan. Lo que no es grave, ya que tres cuartas partes de la población no solamente están intranquilos, sino directamente desesperados. Cerrar la grieta sin beneficio de inventario, es la versión actual de barrer bajo la alfombra. O sea: se cierra la grieta sin tener claro que hay adentro de la grieta. Y muy especialmente, qué originó la grieta.

Se quiere cerrar una grieta, sin haber podido entender por qué se originó. Pero como siempre he escrito, el singular y mucho más la mayúscula, es una forma reaccionaria y represora de aludir al tema.

“La Grieta” es una forma de encubrir, mistificar y distorsionar la complejidad y el antagonismo de los mecanismos de empobrecimiento lícito y de enriquecimiento ilícito. Los empobrecidos y los enriquecidos saben que están separados por una grieta. Podemos llamarla “nivel de ingresos”. El porcentaje que más tiene es muchísimo menor que el porcentaje de los que de todo carecen. No sé cuántos quedan de los niños que tienen tristeza, pero de los que tienen hambre quedar casi un 50%.

Propongo entonces dejar de pensar en “la grieta” y, también, dejar de pensar en cerrarla. Por el contrario: la única forma de intentar políticas rebeldes y emancipatorias es intentar describir la multiplicidad de grietas que se han formado, empezando desde el 10 de diciembre de 1983. Y, muy especialmente, un análisis profundo de que contienen esas grietas.

A la multiplicidad de grietas bien le cabe el nombre de “deuda interna”. Polaridad extrema con la “estafa externa”. A la cual siguen llamando “deuda”. Y el empecinamiento de pagarla, con el dudoso estímulo de crecer para lograrlo. Como para el arco opositor el absoluto bien era que Macri terminara su mandato, no importa cuánto daño residual pudiera concretar, queda claro que la supremacía de las formas sobre los contenidos es absoluta.

Los saludos afectuosos entre Mauricio y Alberto pueden haber sido formateados, pero quedarán como la marca de una transición constitucional, pero también de una complicidad anti democrática. Y esa es una de las grietas que no cerrarán en décadas. Lo anticipé en algún escrito. La mayor vergüenza será recibir los atributos del mando y los símbolos del poder, manchados del sufrimiento, del dolor, de la tristeza, de los atormentados representados. Tanta prolijidad tiene el aroma de una “democracia curro”, solo apta para mayores de ingresos.

La multiplicidad de grietas es, a mi criterio, el equivalente de la propuesta del Che Guevara en la Comisión Trilateral: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal. ¡Cómo podríamos mirar el futuro de luminoso y cercano, si dos, tres, muchos Vietnam florecieran en la superficie del globo, con su cuota de muerte y sus tragedias inmensas, con su heroísmo cotidiano, con sus golpes repetidos al imperialismo, con la obligación que entraña para éste de dispersar sus fuerzas, bajo el embate del odio creciente de los pueblos del mundo!”.

Pero el mandato de amar al enemigo, es más fuerte. Obviamente una de las formas del amor son las transiciones prolijas y los divorcios consensuados. Los progresistas confunden, no inocentemente, el mandato del amor con el deseo del amor. Amar al enemigo es un mandato suicida. Justamente, siguen aumentando los suicidios incluso en adolescentes.

Intentaré pensar en todas las grietas que supimos conseguir, y dejarlas abiertas hasta saber que contienen. Cerrar una herida infectada es una septicemia (infección generaliza) a corto plazo. Entonces propongo: pensar la multiplicidad de grietas que nos atraviesas. Y dejarlas abiertas hasta que podamos cerrarlas sin riesgo de infección. Si la tarea parece difícil, hay que tenerlo claro. Es difícil. Pero no imposible. Una ayuda, al menos para mí, es volver a leer “Odio luego existo”, que escribí hace más de 20 años cuando pude ser casi feliz en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. Para poder tener una existencia donde el amor sea sólo deseo y nunca más mandato.

Edición: 3902


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