2 por ciento

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Por Carlos del Frade

(APe).- Los números son las vísceras de la sociedad, decía Raúl Scalabrini Ortiz en el prólogo de su imprescindible libro “Política británica en el Río de la Plata”. Detrás de los números está la gente, diría, muchos años después y de una forma poética, Joan Manuel Serrat. También suele suceder que la cara oculta de las cifras marque la mentira de los discursos, el tamaño real de lo que se dice.

En esos registros, entonces, se revela una verdad con la contundencia de lo definitivo.

Una vez más en la Argentina crepuscular del tercer milenio, el informe oficial de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) señala que “casi el 50 por ciento de las causas por infracción a la ley de drogas 23.737 iniciadas durante 2019 en todo el país fue por tenencia de estupefacientes para consumo personal o tenencia simple donde la mayoría de esos procesos terminaron archivados”.

No se combate el narcotráfico, se combate contra los consumidores.

Esa es la primera idea que surge de esos números oficiales.

Pero hay otros.

En todo 2019 se iniciaron 14.577 causas en las diversas jurisdicciones federales del país, de las cuales 5.835 fueron por tenencia para consumo y 1.105 por tenencia simple.

“Sin embargo, del resto de las causas iniciadas el año pasado en todo el país, el 40 por ciento fue por tenencia para comercialización, almacenamiento o transporte, y sólo un 2 por ciento por el delito de contrabando de estupefacientes”, agrega la información.

Dos de cada cien causas iniciadas en Argentina solamente tienen que ver con el contrabando de estupefacientes.

Esa ínfima proporción revela la dimensión exacta de la tasa de preocupación por el avance del negocio narco.

Solamente el 2 por ciento de las causas se orienta al contrabando de estupefacientes.

Lo demás tiene como resultado llenar las cárceles de pibas y pibes empobrecidos, saqueados en varias generaciones.

El contrabando es lo fundamental porque es un negocio multinacional y paraestatal como lo demuestra la historia del último medio siglo.

Y el dinero, el flujo constante que necesita el capitalismo para funcionar resulta intocable, invicto e impune.

Los delincuentes de guante blanco están tranquilos.

No solamente porque las causas de lavado de dinero son muy pocas en veinte años sino porque además nadie visita ni por asomo la famosa ruta del dinero.

No hay allanamientos a los bancos por la circulación de fondos provenientes de las distintas formas de contrabando, ya sea de estupefacientes como de armas.

No hay allanamientos en las cuevas de las grandes ciudades argentinas donde se mueven las mesas de dinero.

Al contrario, hasta suelen ser cuidadas por gendarmes o integrantes de otras fuerzas de seguridad.

Por eso el número es anoréxico. Dos por ciento.

Dos de cada cien causas buscan la circulación del dinero detrás de la sustancia psicoactiva.

Todo lo demás apunta para abajo.

De nuevo la imagen del vaso invertido: tapa para arriba, descubre hacia abajo.

Perejiles presos, los últimos eslabones en la cadena de comercialización.

Por lo tanto, una vez más, solamente la pibada de los arrabales será la exhibida en los shows televisivos que muestran “el combate contra el narcotráfico”.

Estas cifras de la PROCUNAR ofrecen la verdadera estatura del ímpetu estatal para disminuir los efectos del narcotráfico: 2 por ciento.

Una gran hipocresía que cuesta muy caro.

El costo que se mide por la sangre derramada de chicas y chicos en los distintos rincones de esta fenomenal geografía taladrada por el sistema llamada Argentina.

Edición: 3959

 


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