Reportaje a Mercedes Gagnetén, Presidenta de la Fundación EPyCA, Santa Fe.

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(APE).- Mercedes Gagnetén, docente titular de la Universidad Nacional del Litoral y de la Universidad de Buenos Aires. Presidenta de la fundación EPyCA (Equipo de Producción y Construcción Alternativa), Santa Fe.

 

Desde hace décadas que viene batallando por otro país posible. Mercedes Gagnetén, docente universitaria, dirige a la vez una fundación en la que trabajan activamente en tres ciudades santafesinas y doce barrios. Marca con contundencia que la única política social es una nueva alternativa económica. Y remarca la necesidad imperiosa de profundizar en el camino de acumulación y articulación a lo largo y lo ancho de la Argentina. Con la marcha de los Chicos del Pueblo como una herramienta en ese sentido.

-¿Por qué adhiere a la marcha?

-Adhiero porque entiendo que es proceso formar otra alternativa de poder que significa que el pueblo ha quedado librado a su propia suerte y ante esa situación de intemperie hay que construir formas alternativas de vida. Y la marcha es una forma de recorrer el espinel para llegar a esto.

-¿Cómo vivió los momentos compartidos con los chicos y educadores marchantes?

-En primer lugar, es descubrir esa capacidad organizativa fuera de serie que supone que todo fluya sin obturarse y que a la vez todo esté previsto. Esa capacidad es parte de la cultura popular y lo veo muy claramente en este tipo de cuestiones organizadas por el Movimiento. En segundo lugar, observo esa capacidad de dejarse estar a la vez que se es constructores y no es algo fácil. Es la dialéctica entre ambas cosas gozando del encuentro. Aprecio que acá está muy clara la pasión por el encuentro. En tercer lugar, los chicos a los que entrevisté con unas 60 preguntas, algunas más difíciles que otras, fueron contestadas en relación a la marcha y a las causas del hambre. Pero con un detalle muy particular: las contestaciones las tenían a flor de boca y ése es un valor agregado muy alto. Alguien podría decir que están aleccionados pero no es así porque cuando alguien está aleccionado la respuesta ante una pregunta imprevista no sale a flor de boca. Y lo cuarto, es que, en verdad, a través de la marcha se definen veredas, se definen lugares en el mapa del país. Que implica saber que puede haber alianzas pero teniendo muy en claro que no es posible construir con los enemigos de la historia del país. La marcha es una herramienta legítima y tiene que ver con cómo hacemos para tener la audacia -no sólo la prudencia- para disputar otro modo de construir la Nación. Y todo el ancho y largo campo de políticas sociales que hoy son de control, tendría que ser desafiado a corto plazo en mi mirada. Ideológicamente creo que la única política social de un país es la económica. Creo que en estos tiempos es importante disputar una alternativa en el campo de las políticas sociales y en esto, la marcha ayuda porque muestra valores que evidencian una lógica de construir la vida. Y puede hacer acumulativamente un resumidero de toda esta gente que estamos vibrando en el mismo sentido. En algo tan tremendo como es el hambre, es un modo de irse arrimando.

-¿Cómo se acaba con el hambre?

-Con el hambre no se acaba si no es con otro poder. No son las marchas las que hacen esto sino que nosotros para construir otra lógica necesitamos acumulación y articulación y la marcha es un modo de hacerlo. Se van acumulando las diferentes lógicas y una vez acumuladas, viene la articulación. Venimos de largo aliento. Hemos visto otro país, lo hemos hecho en otros tiempos por más que terminó mal y esa experiencia acumulada más la cosa virgen de los más jóvenes es una lectura interesante. Y no va a ser la suma de pequeñas utopías la que lo logre sino que hay un momento determinado en que por acumulación y articulación se puede producir una propuesta alternativa que es la de generar una política social que vaya peleando la redistribución del poder en el campo económico. Y así me parece que podemos andar haciendo posibles algunas primaveras antes de tiempo.


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