El frío es un crimen

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Por Alfredo Grande

(APe).- Hace demasiados años, en una galaxia lejana, aprendí que si algo es verdadero, siempre es transgeneracional y transtemporal. O sea: atraviesa generaciones. Freud escribió que ninguna generación tiene la oportunidad de ocultarle sucesos de importancia a las generaciones siguientes. La producción de verdad si bien es histórica, es atemporal. Como el inconsciente. Dicho en otras palabras: cuando algo sirve, sirve para todo.

Servir en el sentido de ayudar a pensar, pensar en el sentido de ayudar a transformar, y transformar en el sentido de subvertir el horizonte de lo posible. Cuando Alberto Morlachetti, en el marco del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo, acuñó que “el hambre es un crimen”, dijo que nadie muere de hambre, sino que el hambre es el arma para asesinar. El hambre no es un hecho natural, sino una de las evidencias más siniestras de la cultura represora.

Organizada como Estado de Malestar, tiene armas de destrucción masiva superiores a las que se utilizan en la guerra. Las armas de destrucción masiva en tiempos de paz, en tiempos de lógicas constitucionales, en tiempos de paraísos democráticos, tienen efectos más letales que las construidas por el complejo militar industrial. Al menos, no son menos letales. Los crímenes de la paz son los crímenes donde el cinismo, la cobardía, las canalladas más atroces, las complicidades más perversas, gozan del beneficio del manto de neblina otorgado por el sentido común encubridor de los medios masivos. Y de los fines masivos que no es otro que la anestesia generalizada frente al dolor social.

“El hambre es un crimen”. La planificación de la carencia, de lo que se denomina “anti producción” es otro crimen de lesa humanidad. Cuando el manto de neblina encubridora se despeje, veremos que esos que llamamos funcionarios, son en realidad asesinos seriales. Tienen miles de miles de sicarios, algunos sindicalizados en la luz, otros clandestinos en las sombras. Estos asesinos seriales organizan diferentes formas de asociaciones ilícitas, agravadas por el vínculo representacional y las promesas no cumplidas, en concurso real. Algunos llaman a esto división de poderes.

Una verdad que está instalada es: “si decía lo que iba a hacer no me votaban”. Y el peronismo hizo un pacto con el liberalismo gorila. Macri tienen muchos orígenes, pero el fundante es Menem. La matrix liberal y fascista tiene muchos nombres, contraseñas, apodos, para designar a sus agentes encubiertos y descubiertos. Una de las organizadoras del plan de exterminio que algunos llaman plan económico, tiene el apodo de Ministra de Seguridad.

George Orwell descifró estas claves en la monumental producción de verdad que es su novela de político-anticipación “1984”. Haber descubierto la matriz criminal del hambre, es un logro político y cultural que no debemos olvidar. Y para recordarlo no hay que repetirlo, sino que debemos amplificarlo. El hambre, entendido como la producción artificial de la carencia alimentaria, se amplifica en muchas otras carencias. El frío es la producción artificial de la carencia del calor y del abrigo. Para el sentido común encubridor, hay frío, hay calor, hay incendios, hay inseguridad, hay enfermedades, hay desnutrición, hay miseria, hay pobreza, hay escuelas sin ventanas, hay desayunos sin leche ni pan. Hay, hay, hay. Es la anti dialéctica de los verdugos. Lo que hay, hay. Y lo que no hay, andá y compralo. Y si no hay para comprarlo y pagarlo con endeudamiento 12, no hay.

Esta planificación de la carencia que se organiza como política estatal tiene sentencias no olvidables: “hay que pasar el invierno”, “costo social del ajuste”, “hay que dejar de roba dos años”. No son las únicas, pero son las mejores. En esta planificación de la carencia que realiza la matrix liberal y fascista, hubo dos anomalías: Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner. Con muchas diferencias, pero con varias coincidencias. No es lo mismo el punto final y la obediencia debida, que el abrazo de una madre de la plaza con Milani y con la ley anti terrorista. Pero la anomalía Alfonsín fue castigada con Menem y la anomalía Kirchner fue castigada con Macri. Y con necesaria prudencia, pienso que la anomalía Cristina fue castigada con “el Fernández”. Castigos donde el flagelado le acercó el látigo al verdugo.

En la actualidad de nuestra democracia electoralista y pandillera, las negociaciones con la matrix financiera no anticipan una nueva anomalía. Como lo fue el default de “el Alberto” al que hubiera sido injusto no mencionar. Cada vez que un aspirante a funcionario dice “deuda”, oculta en el manto de neblina del sentido común reaccionario la colosal estafa, fraude y robo que significa el “arte de gobernar”. Decir “fuga de capitales” es otro lamentable ejemplo. Los capitales no se fugan: pasean libremente, van de compras por el mundo, saquean vía intereses usurarios. Algunos llaman a esto “off shore”. Ni siquiera los funcionarios se fugan. Algunos, no todos, se arrepienten. O sea: negocian libertades canallas por confesiones más canallas aún. Pero no todos.

Si el matrimonio es la tumba del amor, los partidos políticos son la tumba de la política. Entendida como el movimiento real de la lucha de clases. Los movimientos sociales, barriales, comunitarios, autogestionarios, artísticos, culturales, son los que seguirán desafiando el plan de carencia y exterminio de la matrix liberal y fascista. Donde toda forma de acatamiento sea reemplazada por el pensamiento crítico colectivo. El hambre, el frío, la precariedad absoluta de viviendas, escuelas, alegrías y estímulos nos exigen dormir y estar despiertos con miles de enemigos. Pero también con cientos de miles de amigues y compañeres que, aunque tengamos que hace un esfuerzo, también los podemos contar.

Edición: 3904

 


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