La pasión de Vanesa

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Por Claudia Rafael

(APe).- Dolor. Gemido. Belleza. Es la angustia clavada en el exacto punto medio en que la garganta se derrumba para hacerse grito. 2417 días de sabiduría arremolinada en el cuerpo de una muchacha. Que vivió todas las vidas. Y las sigue viviendo. Hecha rabia. Hecha ternura. Es el rostro mismo del alarido. Es la imagen perfecta que denuncia la no justicia, la no punición, la no vida. Todo eso que le robaron a su hermano en un cuadrilátero de mugre y perversidad. Ella es la cara de los pueblos torturados. La fotografía que deja al desnudo el relato de la crueldad que volcaron una, diez, mil veces sobre el cuerpo estragado de Luciano. Hecho trizas con picanas asesinas aprendidas en danzas milenarias por los hombres del poder más impecablemente siniestro.

 

Vanesa cae victoriosamente sobre los señores de traje agudo y solemne para decirles sin reales academias de la nada misma que verduguear es “que a Luciano le pusieran un arma en la espalda, que le digan negro o villero, que ostenten su poder que demoren las respuestas que merecemos, que tengan mala predisposición para explicar la situación legal y penal de una persona, que lo acusen de 'chorro' ajusticiándolo sin intervención de un juez, que nos manden a sacar fotocopias teniendo una fotocopiadora en el lugar, que utilicen tono violento o imperativo, que amenacen con que si no dejamos de exigir va a ser peor”.

La fotografía de la pasión de Vanesa. De su padecer. De su sufrimiento. De sus labios niñamente apretados conteniendo el llanto que salta por la frente y por los ojos que se entrecierran mientras la mano se curva en ese gesto tan suyo. De dedos delgados. Que sueltan sus propias lágrimas por las uñas, por los poros, por las venas marcadas.

Su boca y su mentón se comprimen. La fotografía revela las huellas de una crónica de vida y de muerte. Y esa boca y ese mentón toman la fuerza necesaria para construir la verdad hecha palabra. Que es rugido. Que es galope de todos los vientos en un país que se acostumbró a callar y Vanesa no es silencio. Esa foto es la síntesis acabada de la utopía desplegada frente a los amos de la muerte. Los que picanean sueños y zamarrean esperanzas. Los que se empeñan en mellar utopías azotando los respiros de la vida que crece desde cada una de las raíces de este suelo.

Es la imagen de la condición humana hecha tragedia. Devenida bramido eterno.

 

Foto: Red Nacional de Medios Alternativos

Edición: 2911


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