Metamorfosis

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Por Alberto Morlachetti

(APE).- Amanece en su corazón. Ese órgano confuso que nos hace sonreír en primavera y agachar la cabeza con las primeras lluvias, pero nuestro presidente no es hombre de rebajas y derrama jazmín del aire para su épico “capitalismo responsable”.

El presidente Kirchner el 22 de febrero -de este año- calificó de genocidio la privatización de YPF. Para agregar que si hubiera quedado en nuestras manos estaríamos recaudando “entre 20 y 25 y hasta 30.000 millones de dólares por año". Es cierto lo que dice nuestro primer mandatario. Como no deja de ser cierto su cuota de responsabilidad en la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales en 1992 y su apoyo activo para que Menem pudiese lograr la devastación de nuestras reservas de petróleo. Sí, “un rencor vivo”.

En el mes de septiembre de 1992 -escribe Rodolfo Terragno- Diputados aprobó el proyecto de ley. Parrilli (entonces Legislador Nacional por Neuquen y hoy Secretario General de la Presidencia) fue el miembro informante en Diputados. Durante el debate sostuvo: "No pedimos perdón por lo que estamos haciendo (...) Esta ley servirá para darle oxígeno a nuestro gobierno y será un apoyo explícito a nuestro compañero Presidente (Menem)". El ayer ya no existe y sus hecatombes han envejecido con suma rapidez.

Para evitar que nuestro pueblo se pierda en un catálogo general de desgracias descubrimos personas que exhiben su fraternidad a la medida del corazón: Pino Solanas, José Rigane o Víctor De Gennaro que suele contar la militancia activa de los diputados nacionales de Santa Cruz -que respondían a nuestro presidente- para lograr la privatización.

Pero de la metamorfosis -la privatización de YPF- nadie vuelve con el mismo diseño ni con la misma mirada que tenía en los setenta, aquel tiempo primigenio con que suele identificarse el presidente.

Es decir, que de algún modo, aquellas decisiones tan graves para nuestro país -seguramente- le han puesto al primer mandatario una tristeza en el ánimo “porque todos los carteles que medían la distancia hablaban de exilio”. Pero el universo siempre programa días de sol: Kirchner ha logrado un país que sonríe desde las estadísticas.

Mientras la mayoría de nuestra gente deambula por una tierra que no es la suya. Que nunca será la suya. Donde la sed y el hambre son familia y los pibes -sueltos de ternura- tienen las esquinas para el paco, la birra para arrepentirse y la delincuencia para soñar.

Beatriz Sarlo escribía que "La hipérbole es una señal de clase en la literatura de Arlt. Es la marca del escritor pobre. Por la exageración y la radicalidad”. Agregaba que pese a los reconocimientos, “Arlt se sentía un recién llegado de apellido impronunciable". Yo también.

Fuente de datos: Diario La Nación 25-02-07

 


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