Un caso más

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Por Carlos del Frade

(APE).- Las estaciones de radio y televisión que tienen mayor audiencia en la Argentina crepuscular del tercer milenio son aquellas que proponen mano dura contra los delincuentes comunes. Los que aspiran a la solución final contra aquellos desesperados que viven sin sentido y que, muchas veces, matan sin sentido.

Medios de comunicación que proponen represión para remediar causas estructurales de injusticia social. Matar a los excluidos, esa sería la consigna de las emisoras más escuchadas en el país.

Para esa lógica, la información aparecida en el diario “La Nueva Provincia”, de Bahía Blanca, solamente se entiende como una coartada basada en la mentira de uno de los tantos perdidos que no merecen ninguna oportunidad más sobre la faz de la Tierra.

“Los propietarios de un quiosco ubicado en cercanías del barrio Pacífico se sumaron anteanoche a la lista de comerciantes "golpeados" por la delincuencia, luego de que un solitario ladrón, quien confesó que robaba debido a que tenía un hijo enfermo, les sustrajo unos 400 pesos en efectivo”, apunta la noticia del conservador medio de comunicación del sur de la provincia de Buenos Aires.

Aquel discurso dominante, el consumido por grandes porciones de la sociedad argentina, entonces, diría que el ladrón mintió. Que robó porque es lo único que sabe hacer y que seguramente los organismos de derechos humanos saldrán a defenderlo a él.

No hay mayores datos sobre la composición familiar del “ladrón” ni tampoco alguna versión policial que confirme o descarte la justificación del detenido. Porque ni el medio de comunicación ni la policía quisieron detenerse en averiguar si era verdad o mentira lo que dijo. Para el diario y la Bonaerense, la frase del hombre era un simple detalle de color que debía ser mencionada para el solaz del cinismo imperante.

Ese mismo sentido común largamente alimentado por los que pontifican el exterminio de aquellos que delinquen.

Pero, ¿si fuera verdad que robó porque no tenía lo necesario para comprar medicamentos destinados a su hijo enfermo?

Nunca se sabrá porque ni a la policía ni a ciertos medios de comunicación ni a gran parte del pueblo le interesa saberlo.

Basta con la condena y con alimentar la necesidad de castigo contra aquellos que vienen del mismo lugar social que el detenido.

Y en caso que tuvieran razón, que el hombre haya robado porque si y no sufriera ninguna enfermedad de su hijo, ¿está mal preguntarse por qué hizo eso y no pudo hacer otra cosa?

¿No habrá que conseguir remedios para los hijos de todos aquellos que no tienen trabajo ni alegría de vivir ni valores en que creer en lugar de exigir mano dura y solución final?

¿Quién habrá sido el ladrón solitario que en alguna lejana madrugada de la historia se llevó el remedio de la comprensión y la tolerancia?

A esta hora, mientras tanto, las radios y los canales de televisión remarcan la necesidad de mano dura.

Del otro lado, miles y miles, en silencio, en solitaria desesperación, abrigarán el deseo de sentir, aunque sea por un ratito, la tibieza de la mano blanda de una madre que hace rato ya no está.

Fuente de datos: Diario La Nueva Provincia - Bahía Blanca 22-03-07


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