Cuando uno dice genocidio

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Por Néstor Sappietro

(APe).- Ahí están, son los sobrevivientes de la comunidad mbya guaraní, los que van quedando del aniquilamiento que se produce desde hace años en cada aldea.
Ahí están, en la provincia de Misiones, Fortín Mbororé; empujados por el desmonte a vivir lejos de sus costumbres ancestrales.
Acorralados en la tragedia cotidiana de ver cómo sus tierras fueron quedando en manos de las papeleras y las empresas forestales que arrasaron con el sustento y la “farmacia” siempre de turno que les ofrecía la naturaleza.

La motosierra terminó espantando a los animales, el arroyo está contaminado, las enfermedades se multiplican y el genocidio los va condenando, implacablemente, a la extinción.

Cuando uno dice genocidio se refiere a los pibes de la comunidad que no tienen cómo sostener su vida.

La información llega desde Puerto Iguazú y habla del hambre, del abandono y el desprecio...
“Gran cantidad de niños de la comunidad mbya guaraní de Fortín Mbororé se encuentra con bajo peso, una situación que se agravó en los últimos meses. Y con la llegada del calor se intensificó el problema ante la falta de agua potable”.
El médico encargado de la salud de las dos comunidades mbya guaraníes, Mario Gariboglio, hospitalizó en estos días a un niño de un año y cinco meses con 5,200 kilos cuya situación se agravó al presentar diarrea y vómitos a causa de una intoxicación por el agua.
“Rolfi está estable, con la diarrea que tuvo llegó a bajar hasta medio kilo y ya venía con bajo peso por eso se lo derivó al quedar deshidratado”.

Ahí están, son los sobrevivientes de la comunidad mbya guaraní, con un paisaje cubierto de vidas pequeñitas que se vuelven ausencia.
Además de Rolfi, otra chiquita de un año se encuentra hace una semana en el hospital de Eldorado donde fue derivada por el estado de úlceras anales, vómitos y diarrea que presentó.
La situación se agrava por el bajo peso que registran los chicos.
Hace un mes que la sala de atención primaria de salud de la aldea Mbororé trabaja con una nutricionista para controlar la alimentación de los niños de la comunidad.

Los profesionales sostienen que el problema más grande que tiene la comunidad es la falta de agua potable.
Sucede que los integrantes de la aldea consumen agua del arroyo Mbocaí o de las perforaciones que poseen pero que están a la altura del arroyo.
“El nivel de contaminación del Mbocaí es muy alto y todos toman y se bañan de esa agua. Con agua potable se reduciría un 50 por ciento de los problemas que hay”.

“Con agua potable se reduciría un 50 por ciento de los problemas que hay”... dicen los médicos.

Entiéndase que el problema es que se nos están muriendo los pibes.
Entiéndase que la mitad de esos pibes salvarían sus vidas si se decidiera invertir en llevar una red de agua potable hasta la aldea.
¿Será una erogación demasiado costosa?
¿Será más costosa que la vida de un pibe?
Entiéndase que la otra mitad se muere de desnutrición, de una deficiente atención sanitaria... Se muere de olvido en la brutal continuidad de un horror añejo.

Entiéndase, entonces, a qué se refiere uno cuando dice genocidio.

Fuente de datos:
Diario Territorio Digital - Misiones 05-12-09

 Edición: 1660


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