Desnutridos

|

Por Carlos del Frade

(APe).- Decenas de miles de chicos de uno de los países en condiciones de darle de comer a trescientos millones de personas, no pueden alimentarse bien todos los días.

El país está en el sur del mundo, según la cartografía oficial de los dueños del planeta.

Los chicos de la Argentina, muchos de ellos, quizás la mitad de los chicos de la nación, no comen bien todos los días.

Y la desnutrición, entonces, avanza en las provincias más estragadas por efecto de políticas de saqueos.

 

Chicos desnutridos.

Pero, ¿qué hace la desnutrición con los chicos?

-Debemos terminar definitivamente la guerra eterna del hombre contra el hombre para iniciar definidamente la única guerra digna, generosa, y noble, que es la única en la que todos ganan: la guerra del hombre contra el hambre -dice el doctor Abel Albino, presidente y fundador de la Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin), una fundación que desde 1993 lucha contra la desnutrición bajo el lema "Nadie puede ser feliz entre desdichados".

Para Albino, “la realidad es triste. Debemos reconocer que ha fracasado nuestra clase dirigente. Es una vergüenza nacional que un país capaz de producir alimentos para casi 800 millones de habitantes no pueda mantener a menos de las 40 millones de personas que viven en la Argentina. Como también lo es el hecho de que siendo uno de los países más ricos de la tierra tenga el 35 por ciento de su población debajo de la línea de pobreza. La mortalidad infantil es un indicador indirecto de desnutrición”, apuntó.

La desnutrición invade el cuerpo de los chicos.

Según el investigador, “la suerte del sistema nervioso central está echada en el primer año de vida. Es en esa etapa donde el cerebro crece y pasa de los 35 gramos que pesa al nacer a los 900 gramos, que es el 80 por ciento del peso del cerebro del adulto. Es en esa etapa cuando se cablea ya que cada neurona, cuando hay buena alimentación y buena estimulación, produce 15 mil cablecitos, que se interconectan con los demás cables de las otras neuronas, y le dan al hombre la rapidez mental, la capacidad de asociación, la memoria, la experiencia, y una larga cantidad de etcéteras”, enumeró Albino.

El punto de vista del profesional agrega que “muchas organizaciones se ocupan de la problemática de la infancia, y en buena hora. Pero ninguna lo hace atacando las causas. Las causas son: cerebros dañados, y familias destruidas. Esto genera miseria, pobreza y exclusión, que es el círculo vicioso que debemos quebrar”, define con contundencia.

Las consecuencias son severas y múltiples: “El daño que se produce es individual, familiar y social. Cuando un chico se queda, todos nos quedamos. Hace unos años le pregunté a una jueza, qué relación hay entre criminalidad y desnutrición. Unos meses más tarde de mi consulta, ella me llamó para decirme que el 80 por ciento de los grandes criminales de Mendoza habían sido niños con desnutrición de segundo y tercer grado. Si queremos terminar con la violencia debemos abordar este tema con absoluta seriedad y gran responsabilidad”, graficó el titular de la organización social.

Albino terminó diciendo que “el 50 por ciento de las muertes que se producen en América Latina tienen como telón de fondo la desnutrición y nos hablan a las claras de una falla social grave. La desnutrición desnuda una enfermedad cultural, una enfermedad social, un desentenderse de nuestros niños, un desprecio por el futuro. Hay que entender definitivamente que este es un problema de todos: de los gobiernos, de las ONG, y de la comunidad toda”, remató su análisis.

*Carlos del Frade es periodista y escritor. Autor de numerosos libros, sus investigaciones marcan el pulso de la memoria y el presente de nuestra provincia (Santa Fe)

Edición: 1494


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte