Día de la Tradición (en Facebook)

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Por Oscar Taffetani

(APe).- Alguien puso un retrato de José Hernández en el muro de sus amigos, esta mañana. Fue para recordar que el 10 de noviembre, en la Argentina, es el Día de la Tradición. Google está muy ocupado con las efemérides globales y por eso no pudo reflejar algo tan particular en su logo, este año. Tal vez lo haga el año próximo. Porque Google no para de aprender -aún de sus errores- y ése es un rasgo importante del capitalismo.

¿Qué tiene que ver José Hernández con el Facebook? ¿Qué tiene que ver Google con el capitalismo? ¿Qué tienen que ver los argentinos del siglo XXI con los del siglo XIX? Tratar de responderse a esas preguntas nos ayudaría a librarnos de aquella sutil maldición que dejó Ortega (“no saben qué les pasa y eso es justamente lo que les pasa”).

José Hernández, autor de nuestro gran poema nacional, el Martín Fierro, nació un 10 de noviembre de 1834 en la chacra de Perdriel, provincia de Buenos Aires. Todavía resonaban las voces, en esa chacra, de los primeros criollos que se armaron y juntaron para resistir, en 1806, a la primera de las invasiones inglesas. Montevideo, entregada y servil. Buenos Aires, ocupada por gaiteros y soldados escoceses. Los Santa Coloma, en Quilmes, convidando con mate a los invasores. El Virrey fugado a Córdoba, con el rabo entre las piernas (y el cofre a buen recaudo). Y sólo un puñado de patriotas, reunidos en una chacrita, para planear la Resistencia.

De esa semilla inadvertida, de esos gauchos que no tenían bandera propia ni escudo ni blasones (ya que hasta para la corona española eran descartables) nació lo que poco tiempo después fue la Revolución de Mayo. Y las campañas libertadoras. Y la Independencia.

Distintas invasiones y asedios tuvo aquel sueño nacido en mayo de 1810. Y la respuesta de la tierra, la respuesta popular, la respuesta de abajo, siempre fue una canción de resistencia. Y es por eso que alguien puso un retrato de José Hernández, este 10 de diciembre de 2010, en nuestro muro del Facebook.

Tea Party, party plan, etc.

En idioma inglés, partido se dice party. Y fiesta se dice igual: party. Ese Tea Party (Partido del Té) que ayudó a los republicanos a derrotar al demócrata Obama, en las últimas elecciones, se recuesta en una antigua tradición norteamericana. Tiene que ver con la soberanía y con la Independencia, allá en el Norte, donde la tortita -hubiera dicho Macedonio- tiene dulce..

Cuando Inglaterra amenazó a su ex colonia de América con dejar de vender las telas para que hicieran sus vestidos, sus trajes y sombreros, George Washington lanzó la consigna “un telar en cada casa”. Era muy coherente con el espíritu democrático e igualitario de la revolución norteamericana (si cada uno podía interpretar la Biblia a su modo ¿por qué no iba a poder tejer su propio suéter, en casa?). Doscientos años después, al desarrollar el sistema operativo que permitía operar computadoras hogareñas y enlazarlas a través de Internet, Bill Gates actualizaba, sin proponérselo, la vieja consigna de Washington. Esta vez la fórmula fue “una PC en cada casa”. Hay una tradición norteamericana, entonces, que tiene que ver con un modo (predominantemente capitalista) de entender la vida y de hacer las cosas.

También en el terreno del marketing -disciplina universalizada, inseparable del capitalismo- los Estados Unidos tienen una tradición. Fueron pioneros en la “venta directa”, en la “fidelización” de consumidores, en la venta a distancia y en lo que hoy se conoce como telemarketing.

La aplicación de la teoría de las redes y de las llamadas redes sociales en el marketing de productos arrancó en los ’50 con la invención de Brownie Wise llamada party plan (o “plan fiesta”). Una señora invita a sus amigas a tomar el té a su casa y allí las persuade de los beneficios de adquirir envases plásticos para alimentos (Tupperware), o una batería de cocina especial (ollas Essen), o una línea de cosméticos especial (Avon). Las amigas compran en esa reunión y a la vez proponen hacer un party plan en sus propias casas, para otro grupo de amigas. Ese carácter transitivo de la amistad ligera (“la amiga de mi amiga, es mi amiga”) funciona como aliciente no-económico (sino afectivo y cultural) de la venta.

Seríamos ingenuos si pensáramos, a esta altura de los acontecimientos, que los sistemas de prédica religiosa y de prédica política no utilizan esta misma forma de comercialización. Los productos son otros, pero la metodología es la misma.

No es necesario enumerar o detallar las maneras en que la web original (Internet) y la llamada web 2.0 (integrada a las redes sociales) son utilizadas hoy para el marketing político, el marketing religioso (perdón por la crudeza de la expresión) y el marketing de servicios y productos comerciales. El sempiterno horizonte del capitalismo es la ganancia. Todo lo demás -dirían en la calle- se puede conversar.

Resistencia 2.0

Así como la blogósfera, la web y cualquier otro campo cultivable es (y será) aprovechado por el Establishment, existen territorios de oposición, de lucha y de ideas libertarias que son colonizados y utilizados como formidable herramienta por jóvenes que están madurando a la velocidad del rayo y por viejos rejuvenecidos que continúan y recrean las mejores tradiciones de la humanidad (es decir, las tradiciones de resistencia).

No todo es profit, no todo es ganancia y deseos de ser un self-made-man o de convertir el garage hogareño en semilla de una corporación industrial. No. Cuando Bill Gates quería vender su Windows al planeta entero, otro joven de su misma edad, Linus Torvalds, nacido en Finlandia, proponía un sistema operativo gratuito (el Linux), que se acrecienta y perfecciona con la colaboración de los mismos usuarios. Y es sólo un ejemplo.

Pero además, en la periferia (o por qué no: en el corazón) de ese mundo regido por la razón de la ganancia y la explotación del trabajo ajeno, florecen todo el tiempo mentes osadas, creativas, desafiantes, que se proponen hacer una irrestricta y justa distribución de ese patrimonio intelectual que pertenece a la Historia y que nos pertenece a todos.
Nuevos lenguajes. Una nueva gráfica. Formas distintas y eficaces de comunicarse entre iguales. Eso es lo que convierte el supuesto “lado oscuro” de la red en su cara más luminosa.

En 1926, César Vallejo -enorme poeta del siglo XX- escribía un artículo contestando, indirectamente, a los futuristas y surrealistas que se empecinaban en usar palabras “modernas” como forma de “modernizar” la poesía. Citamos aquí a Vallejo y prometemos volver pronto sobre la reflexión comenzada:

“Poesía nueva ha dado en llamarse a los versos cuyo léxico está formado de las palabras cinema, motor, caballos de fuerza, avión, radio, jazz-band, telegrafía sin hilos (…) Pero no hay que olvidarse que esto no es poesía nueva, ni antigua, ni nada. Los materiales artísticos que ofrece la vida moderna han de ser asimilados por el espíritu y convertidos en sensibilidad. El telégrafo sin hilos, por ejemplo, está destinado, más que a hacernos decir telégrafo sin hilos, a despertar nuevos temples nerviosos. (…) Muchas veces un poema no dice cinema, poseyendo no obstante la emoción cinemática, de una manera oscura y tácita, pero efectiva y humana”.

Edición: 1895


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