Orgasmos democráticos

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Por Alfredo Grande

“No se trata de terminar aunque sea juntos. Se trata de empezar, aunque al principio estemos separados”
(aforismo implicado)

(APe).- El voto es secreto, universal y obligatorio. Las relaciones sexuales no. No siempre son secretas, nunca universales y todavía tampoco obligatorias. Sin embargo, la concepción amplificada de la sexualidad que propone el psicoanálisis muestra lo que tienen en común. Y es nada más y nada menos que la descarga placentera. Mientras votar sea un placer, tenemos democracia para rato, y en lo posible, buenos ratos. Un domingo sin fútbol sólo puede ser tolerado, al menos para mí, por justa causa. Y votar lo es.

La relación sexual también lo es, pero puede esperar a que termine el partido. Y el domingo a mi criterio hay tres opciones para orgasmear democráticamente. Y no casualmente, organizadas como frente. El de la Victoria, al que no se le puede negar una certeza abrumadora. El de la Izquierda y de los Trabajadores. Que más allá de los milagros, es efecto de décadas de militancia política y social consistente. Y el Amplio Progresista.

Hay algunos Contra Frentes para la Derrota, pero hablar de los enemigos o de los adversarios sonámbulos le quita intensidad a cualquier orgasmo. En los tres Frentes mencionados, hay compañeros y amigos. Y en los tres Frentes mencionados, hay irreconciliables diferencias que llegan al extremo límite de lo incompatible. Hay kirchneristas contrariados, hay no pocas veces sectarismos de izquierda, también hay amplitudes que matan. Pero igual que en el amor, la política implica el acto de decidir. En esa cancha se ven los pingos, pero además de verlos, sólo puede votarse a uno.

Hace poco escuchando conversaciones ajenas, lo que constituye uno de los secretos de cualquier escritor, me impactó esta frase: “Cristina no tiene superyo”. Para un psicoanalista, motivo suficiente para cortar cualquier digestión. El superyo, en una definición simple que incluí en mi primer unipersonal “Cultura por Mano Propia”, es “una mezcla nada ingenua de cana y cura que todos tenemos adentro”.

Por supuesto, puede haber canas buenos y curas mejores, pero me refiero, espero se entienda, al residuo sólido de autoritarismo y moralina ramplona que nos habita. Y que se despliega en la maldita hipocresía, sustancia pegajosa que mantiene precariamente unido aquello que hace tiempo debió estar separado. Lo superyoico en el mejor de los casos es hipócrita, en el peor duramente castigador. Pero en cualquiera de las dos circunstancias, o en ambas, poco y nada tiene que ver con la producción de felicidad, creatividad y alegría necesarias, diría imprescindibles, para sostener la construcción permanente de otros mundos posibles.

Por eso ante el comentario “Cristina no tiene superyo” pensé: “ojalá!”. Por supuesto, a lo mejor estaban hablando de cualquier Cristina, no de la Presidenta. Pero es bueno frente a tanto monopolio, llevar agua para el propio molino, incluso del pensamiento. Si Cristina no tuviera superyo, a lo mejor habría un solo Frente y la victoria tendría una calidad diferente. Lo digo rápidamente: el superyo de Cristina es el Partido Justicialista. Y justamente la denominación actual de Frente para la Victoria es encubridora. Y mistificadora. La transversalidad cayó y no fue por la conspiración de la anti patria, sino por las propias contradicciones del kirchnerismo.

La mayor condensación entre Frente y Partido se logró en 1973 con la creación del Frente Justicialista de Liberación, que permitió el triunfo del “tío”. Pero eso tenía el poder de Unidad que sólo el General garantizaba, hasta que no lo garantizó más. Partido mata Movimiento, y sin Movimiento el Partido se fosiliza. Y por eso algunos feudales siguen ejercitando las diferentes formar del derecho de pernada que la actualidad permite. Los pueblos originarios lo saben. Y lo sufren. Y los trabajadores cuando son criminalizados también. Pero si el superyo de Cristina es el P.J., la habilidad y la astucia no sin incompatibles con la construcción de hegemonía. Los nuevos tiempos mas bien exigen que todos se pongan la piel de cordero, para seguir ocultando al lobo predador que alimenta cualquier capitalismo, cuanto más serio peor. Y para muestra tomo un botón, porque en la cultura represora una golondrina puede hacer verano.

El Nuevo Encuentro de Martín Sabatella no puede  explicar cómo hace para diferenciarse de Scioli, sin enfrentar la decisión presidencial de que Scioli sea candidato del oficialismo, y la elección de Mariotto como vice. En realidad es un Viejo Desencuentro, el de la verdad y la oportunidad. La Presidenta es referente de varios candidatos, muchos de ellos enfrentados ideológicamente entre sí. En algunos distritos, son más de 5 candidatos que referencian con el Ejecutivo Nacional. Esto de Nuevo Encuentro nada tiene. Es exactamente lo que se le criticó a la Unión Democrática y desde ya, a la difunta Alianza. La mezcolanza entre conservas y progres.  Pero esa mezcla nada milagrosa está santificada por la idea del Frente.

Pero el Frente  es la Presidenta y cualquiera que adhiera a su postulación queda sumado no sé si automáticamente, pero al menos rápidamente. Carlos Soria es un lamentable ejemplo y un pésimo modelo. Por eso el Encuentro es Viejo: el palenque donde rascarse. Disociar al actual Gobernador de la Provincia de Buenos Aires de la Presidenta, es desmentir que fue el vicepresidente elegido por Néstor Kirchner, cuando nadie ignoraba que había sido parido por la matriz menemista. La desmentida en política es más vieja que el jopo, jopo que siempre fue la envidia de los pelados. El Nuevo Encuentro es el jopo que oculta la pelada. Por supuesto, la pelada es el Gobernador, al que se lo combate de una manera singular: al lado del Frente, para enfrentarlo, pero poco.

La boleta del Nuevo Encuentro lo muestra claramente. Curiosamente, se hicieron internas abiertas, a mi criterio proscriptivas porque los milagros no son para todos, y se toleran las colectoras donde varios que nada tienen que ver entre sí, son iluminados por el mismo sol o la misma estrella. Nada de Nuevo tiene este Encuentro. Por eso pienso que hay Frentes y Rejuntes. En realidad, todo Frente tiene algo de rejunte, el tema es el sustento ideológico y político de la propuesta. Y desde ese lugar uno elige. De la misma manera que no podemos tener sexo con dos personas en forma simultánea no podemos votar al mismo tiempo a dos Frentes. La verdad que lo lamento, quizá ambas circunstancias. Por eso aunque no me considere progresista, a veces poco amplio y con tendencia a enfrentado más que al frente, mi orgasmo del domingo será amplio y progresista. Lo tengo decidido. Y mi deseo es que el Frente Progresista y el de Izquierda no se enfrenten, sino que se acoplen en las legislaturas. Será entonces un orgasmo democrático y revolucionario. 

Edición: 2107


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