La terrorista ley antiterrorista

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Por Alfredo Grande

“dicen que la patria es, una ley y una bandera, la patria son mis hermanos cuando luchan por su tierra” 

(aforismo implicado inspirado en el cancionero republicano)

 

(APe).- La cultura represora, que de eso se trata, tiene diversas maneras de manifestarse. A veces se hace llamar Estado, otras Patria, o Ser Nacional, incluso, mal que nos pese, Movimiento Nacional y Popular. Si continúa leyendo, merece un intento de fundamentación. La cultura represora se sostiene diversos y variados recursos. Cuando se le suelta la cadena, y el lobizón no tiene ni siquiera la delicadeza de esperar la luna llena, ha quedado bautizada como Terrorismo de Estado y exorcizada con el Nunca Más. Versión del Vade Retro Satanás y también inútil.

 

El diablo sabe más por viejo y burgués que por diablo, y el Estado puede aterrorizar aún con el caramelito sugus de la renuncia a un subsidio. La cultura represora en los períodos de “retroprogresismo” (1) utiliza sutilezas de la razón que el corazón no entiende. Aunque el estómago y otras vísceras sensibles lo sienten. Después de todo, no es lo mismo tragarse sapos cada tanto, que de golpe y golpazo engullirse una cazuela de escuerzos. Esta terrorista ley 26734, ya promulgada, incluye al menos dos paradojas que es necesario destacar. Pero recordando mi condición de maestro ciruelo aclaro esperando que no oscurezca, Edesur no permita. La paradoja es una contradicción no dialectizable.

Dos términos, dos lógicas, opuestas y excluyentes se presentan en forma simultánea. Como la paradoja se sostiene desde una estructura de poder, no hay forma de cuestionarla, menos interpelarla, suavizarla, dulcificarla. El nudo que el tirano Gordias había creado, tenía la siniestra virtud de cerrarse cuanto mas se intentaba aflojarlo. Alejandro que tenía que ser Grande, resolvió el dilema cortando con la espada el nudo. O sea: aniquiló la lógica de la paradoja, antes que ésta lo aniquilara a él. De eso se trata: la paradoja mata, más lento o mas rápido, de frente o por la espalda, en la materialidad de un cuerpo destrozado o en la abstracción de un alma desgarrada. Lo paradojal nos coloca en el registro de lo incompatible, que es lo más diferente a la diferencia.

La paradoja política es que esta terrorista ley es presentada simultáneamente con el décimo aniversario de la pueblada de diciembre 2001, la pueblada que llegó tarde y se fue temprano. Este gobierno es efecto contingente, es decir, no necesario, pero tampoco azaroso, de ese acontecimiento histórico. Vigente la ley en esos días, estaríamos honrando muchas más víctimas y quizá lamentando la pérdida de la democracia representativa en el instante horrendo que ya a nadie representa más. Pero además es presentada por el Poder Ejecutivo que fue plebiscitado ayer no más, como si la mitad más uno, más dos, más cientos, no asegurara, o al menos, propiciara, que la política resucitada podría creativamente resolver el conflicto social.

Ahora bien: el Gobierno que presenta la terrorista ley es reconocido como defensor de los derechos humanos, vulnerados por la ley que presenta. Justamente, porque el derecho humano fundante es el derecho a la vida, pero no a cualquier vida. El derecho es a una vida digna, y la dignidad desaparece cuando el terror se instala. El terror nos vuelve indignos, incluso de nosotros mismos. Todavía tengo pesadillas de la noche en que destruí los ejemplares de la revista Militancia Peronista para la Liberación, que el “pelado” Ortega Peña no me perdone. Y lo más indigno de esta terrorista ley es que vuelve a instalar, justamente cuando se declamaba que había vuelto la Política, al Terror como el peor de los invitados. Los que sobrevivimos al Terror, en el exilio o en el insilio, sabemos que su marca, como la del hierro candente, siempre queda. Pero ahora el Terror es por Ley. Abominamos de la Doctrina de la Seguridad Nacional. Pero se cambió el nombre, beneficiada por el más nefasto de los trasvestismos: el político. Ahora dice, soberbia: llamame antiterrorista, muñeco.

Este debe ser el peor relato del kirchnerismo. Es haber puesto nuevamente el cuadro de Videla de donde Néstor lo sacó. Pero hay más. La paradoja jurídica. La terrorista ley establece: “Artículo 41 quinquies: Cuando alguno de los delitos previstos en este Código hubiere sido cometido con la finalidad de aterrorizar a la población u obligar a las autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo, la escala se incrementará en el doble del mínimo y el máximo. (..) Las agravantes previstas en este artículo no se aplicarán cuando el o los hechos de que se traten tuvieren lugar en ocasión del ejercicio de derechos humanos y/o sociales o de cualquier otro derecho constitucional.”

La paradoja perfecta, total, absoluta. El texto habilita aquello que prohíbe. Por lo tanto, la paradoja será resuelta por el Gordias de turno. Pero con cinismo que no encaja con muchas acciones de este Gobierno, se dice que con este Gobierno no va a haber problema. ¿Se consideran más eternos que los laureles? ¿O tiran la pelota de la represión para más adelante? Para después del 2015, palos y a las bolsas. Decir que es una concesión para estar en el G20 por que así podemos discutir el precio de los comodities o como diablos se escriba, ya me parece más neoliberal que la pista de aterrizaje de Anillaco.

El comercio exterior es más importante que los derechos humanos. Aunque usted no lo crea y aunque usted no lo quiera. De todos modos, Nicolás Scorolli no estará para que la terrorista ley lo alcance. Antes lo alcanzó la inercial bala de goma de un agente de nuestra seguridad en Cipolletti. . Otra forma de terrorismo, que se bautizó hace décadas como gatillo fácil. La terrorista ley es un engendro jurídico que una escribanía digna no tendría que haber “dado fe”. Dicen que lo personal es político. ¿Puede la enfermedad, sea cual sea, de la Presidenta, estar por fuera de un hecho político? Desde ya, no solamente político, pero tampoco reducirlo a un tema médico. Larga vida a Cristina. Por ella que merece vivir y por la reaccionaria sucesión presidencial que quiso construir. Y si la terrorista ley no es derogada, o vetada (que sería una paradoja más, después de todo) empezaremos a pensar las trampas a la ley. Luchando por ejemplo para que sea declarada anti constitucional. Es quizá poco, pero la diferencia entre poco y nada es mucho.

1 Para los interesados en este concepto, publiqué tres artículos en la Agencia Pelota de Trapo con ese título.


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