Hienas (Segunda parte)

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Por Alfredo Grande

     (APe).- Creo que no siempre es triste la verdad, y que a veces puede tener remedio. En el marco de la cultura represora, ese remedio nunca llegará. Porque no se trata de verdad, aunque triste, ni de mentira, aunque alegre. La verdad y la mentira son herramientas de la cultura no represora. Una mentira tiene patas cortas y una verdad tiene brazos largos.

 

Los grandes pensadores, los militantes, los guerreros de tantas batallas culturales y de las otras, siempre han sabido que la verdad nos hace libres. Y que los amarres de las mentiras, más temprano, más tarde, o más temprano que tarde estallan, y se oyen los ruidos de rotas cadenas. Lo del trono para una noble igualdad ya es más discutible, porque si es igualdad no hay nobleza que valga.

Pero así están las cosas y a lo mejor, el himno argentino, no el original, sino el que cantamos que ha sido censurado, castrado y amputado, expresa bien la falsedad de nuestro ser nacional. Los 6 años peleando contra los godos sin declarar la independencia de España no dejaba de ser paradojal. Algo de eso dijo San Martín en su respuesta a la parábola de soplar y hacer botellas.

Puestas así las cosas, me alegro mucho de que Clarín mienta, porque de lo contrario la imagen de los inundados caminando bajo el agua o en el lujo inefable de transportarse en canoas, sería realmente insoportable. Especialmente cuando al mismo tiempo (culto a la insoportable pesadez de lo simultáneo que tiene la cultura represora) la Jesica Cirio se preocupa por su vestido o ajuar o como se llame para las bodas de la década ganada.

Mentira y verdad en simultáneo, o sea, no es mentira o verdad, es mentira y verdad, define la falsedad. A diferencia de la falsa moneda que de mano en mano va y ninguno se la queda, la falsedad política de mano en mano va y todos (y todas) se la quedan. Algunos llaman a esto pauta oficial de publicidad. Con el riesgo indudable de ser tildado con los peores epítetos del diccionario de la intolerancia, digo que la afirmación “sos el primer trabajador” es falsa. No es mentira, pero tampoco es verdad. No es mentira porque sin dudar mucho hay que trabajar para llegar a la cima del poder del Estado. Pero no es verdad porque no se puede cuantificar ese trabajo para designar a quien lo sostiene como “el primero”. Se dirá que es una verdad emotiva. De acuerdo. Y eso es un terrible dilema.

Cuando la racionalidad sabida y la racionalidad sabida se contradicen, habrá siempre más penas y olvidos. Es el peligroso pasaje de la causa a la cruzada. Cuando la milicada genocida embanderaba paredes y lunetas de los autos con “Los argentinos somos derechos y humanos”, elevaban la falsedad a crímenes contra la humanidad. Porque no era mentira, pero tampoco era verdad. No era mentira porque ser derecho y no torcido, ser humano y no ser animal, es una afirmación valedera. Pero no era verdad porque lo afirmaba un poder exterminador que transformaba a quienes los aplaudían en re torcidos, deformados y en animales in humanos.

A diferencia del poeta, puedo decir que “en este mundo traidor, hay verdad y hay mentira, y hay falsedad que es color del cristal que te encandila”. La falsedad encandila, deslumbra pero no alumbra, enamora pero no “amora”, fanatiza pero no convence, aunque siempre vence. Descubrir las patas de la mentira no es fácil. Descubrir los zancos de la falsedad es imposible. Especialista en todas las formas del “per saltum”, desde el político, el afectivo y el cultural, hay que tener entrenamiento en deportes extremos. Es más útil para estos menesteres un alpinista que un estadista.

Para muestra basta un botón, si el botón es analizador: “El anuncio de que se enviará al Congreso una nueva ley de telecomunicaciones que permite este beneficio para las empresas telefónicas no debería sorprender a nadie. Forma parte de la hoja de ruta original trazada por el kirchnerismo. Cuando Cristina Kirchner declaró que "no se podía tapar el sol con las manos" había dejado en claro que seguía firme su objetivo de permitirle a las empresas telefónicas participar del negocio audiovisual. Aclaraba, para quien quisiera oirla, que la exclusión de esa posibilidad en la redacción de la ley de medios era sólo temporal, una concesión transitoria a sus aliados de centroizquierda que necesitaban ser engañados” (La Naranja de Prensa).

Por lo tanto la ley de medios no es mentira, pero tampoco es verdad. Tampoco lo fue el desendeudamiento, ni la nacionalización de YPF. Cuando la socialdemocracia hace el programa político y económico de la derecha, no se limita a mentir, pero se especializa en falsear. Un Rajoy es el resultado en España. Macri podría ser el resultado en Argentina. La estrategia de quedarse con lo bueno para criticar por dentro lo que está mal, no solamente es ingenua, sino que a mi criterio es suicida. En la década del 70 se llamó entrismo, y valientes compañeros y compañeras fueron masacrados.

Cuando entramos en la falsedad, somos devorados por ella. Son los cantos de sirenas que el astuto Ulises quiso escuchar pero antes pidió que lo amarraran al mástil del barco. ¿Cuál será nuestro mástil para no dejarnos seducir por los cantos de tantas sirenas y “sirenos” expertos en falsedades progresistas?

El Movimiento Nacional Chicos del Pueblo es uno de esos mástiles. Ni el único, ni el mejor, pero al cual he decidido atarme. Que cada colectivo construya y sostenga su propio mástil para resistir. Pero que ningún colectivo olvide que las hienas con prisa y sin pausa fabrican falsedades para embarrar todas las canchas. Pienso que la hiena es el animal símbolo de la falsedad. Su rugido semeja una risa burlona. Parece que se está divirtiendo cuando en realidad está planificando una matanza. Incluso disfrutando una matanza que ejecutan otros. Pero de la cual tendrá las sobras de muchos banquetes. Las hienas humanas no matan: asesinan. Pero también se divierten mientras lo hacen.


En el servicio militar obligatorio, que un intendente quiere implantar nuevamente, a la tortura en grupo la llamaban “baile”. Las hienas que fueron bautizadas “patovicas” se divierten golpeando y asesinando a jóvenes que fueron a divertirse. Hienas responsables de la masacre de Cromañón todavía se presentan como apóstoles del cambio social y político en Buenos Aires. Creo que debemos instituir la “Orden de la Hiena”. Democracias saturadas de falsos profetas y falsos mesías. Incluso en el campo de la izquierda, que todavía no sostiene la firme convicción de la unión. Aquella que pueda enfrentar a las falsedades de tantas hienas con verdades anticapitalistas, clasistas y revolucionarias. Solamente esa unión podrá hacer nuestra fuerza.


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