Memoria de la Pasión

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Parroquia de la Santa Cruz (*)

Fotos: Claudia Rafael

               (APe).- Aquí, en este lugar, la comunidad Pasionista, alentada por Jesús de Nazaret, fue refugio y vientre de lucha y esperanza para muchos apasionados por la libertad y la justicia en Argentina y en América Latina. Todos ellos buscaban un mundo más parecido al que soñamos como humanos. Aquel 8 de diciembre del 77, doce fueron arrebatados, secuestrados, detenidos, desaparecidos, torturados y asesinados por el Terrorismo de Estado.

Nos vuelven a reunir los doce. Sus historias, sus sueños, sus esperanzas nos inspiran, nos impulsan a vivir con la misma pasión y a hacer una memoria que ilumine nuestro presente, que es donde se sigue construyendo la vida.

Los pueblos hacen memoria para seguir afianzando su identidad, para ver más claramente quienes son y qué viven, para afrontar los nuevos desafíos de la historia.

Como comunidad de la parroquia Santa Cruz, como Misioneros Pasionistas, somos testigos, acompañamos y celebramos los pasos dados en la explicitación de la justicia; en los juicios, condena y encarcelamiento a los represores especialmente en la Megacausa ESMA; en la clarificación del ciclo del horror y la colaboración cívico-militar.

Somos testigos, acompañamos y celebramos los juicios por el asesinato de Angelelli, Carlos Murias, Wenceslao Pedernera, Gabriel Longeville, los hermanos Palotinos y tantos otros.

Somos testigos, acompañamos y celebramos la recuperación de los 116 nietos y nos sumamos al anhelo de encontrar a los que seguimos buscando. Queremos desde aquí y junto con los doce, las madres, abuelas de Plaza de Mayo, los familiares y los Organismos de DDHH decir que todo ser humano tiene derecho a saber quién es… de dónde viene… quiénes lo engendraron desde esa chispa de amor.

Soy esta tierra, soy esta gente, soy mi memoria y soy esta historia.

Hacer memoria nos conecta también con los distintos gritos de los Crucificados de hoy, que brotan desde la entrañas de la humanidad y de la tierra, pidiendo, reclamando y exigiendo respuestas nuevas.
Porque pasado, presente y futuro se anudan en la memoria…

Queremos, junto con los pueblos originarios, hacernos eco del grito que reclama la tierra que les pertenece. Una tierra que llora por la sangre de tantos hermanos aborígenes asesinados a causa de sus luchas. Acompañamos desde hace 40 años en Formosa la lucha de los hermanos Qom y Wichi.

Queremos, junto con las madres del dolor, las de los jóvenes torturados en las cárceles y en los barrios, las de los adolescentes y jóvenes atrapados por el alcohol y las drogas, y aquellas que son agredidas por investigar la muerte de sus hijos, decir basta… Basta! Nos unimos a ellas para decir que queremos cuidar la potencia y la vitalidad de los jóvenes, que es indispensable para renovar nuestra capacidad de soñar y fortalecer la esperanza.

Queremos, junto con Marta Pelloni, y tantos otros, decir que la trata de personas es un atropello a la dignidad humana, a la libertad, que pone en evidencia la desidia y la corrupción de una parte de nuestra sociedad. Nos roba la infancia que trae consigo la novedad de la vida y nos arrebata la juventud que mantiene vivos los sueños. Desde aquí, acompañamos su lucha.

Soy esta tierra, soy esta gente, soy mi memoria y soy esta historia.

Queremos, junto con todas las organizaciones que promueven la ejecución de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, unirnos a sus esfuerzos, comprometiendo nuestras manos en lo cotidiano para que ningún niño padezca hambre, cuando hay tanto pan para compartir. Para que a los niños en situación de calle, a los abusados física, psíquica y sexualmente, se los respete como sujetos de derecho, garantizando esto desde las políticas públicas y el compromiso de cada uno de nosotros.

Queremos acompañar a tantas mujeres víctimas de la violencia de género, para que puedan recuperar su capacidad de decisión y la conciencia de su propia dignidad, para atravesar el miedo e ir pariendo un nuevo horizonte para vivir con mayor plenitud.

Queremos, junto con los Abuelos del Francés con quienes venimos caminando hace tiempo, reivindicar la renovación de las fuerzas para luchar por sus derechos. Hoy, los Abuelos del Francés reclaman el derecho de volver al lugar que les fue quitado, el Servicio de Deportología del actual Hospital César Milstein.

Queremos junto con las organizaciones de Chubut, Catamarca, Neuquén, Salta y tantos otros lugares de nuestra querida patria, resistir ante la agresión que sufre nuestra madre tierra a causa de la megaminería a cielo abierto, la contaminación de los ríos y el aire, la tala indiscriminada y el monocultivo. La destrucción del medioambiente destruye la vida de las personas, las comunidades y los pueblos.

Queremos acompañar a los hermanos de otros países y de otras tradiciones sagradas que son discriminados. Creemos que podemos construir la unidad desde la riqueza de lo diverso, como lo están viviendo en la comunidad multicultural, que estamos acompañando en el barrio Rivadavia del Bajo Flores, el hogar Teresa de Calcuta.

Estos rostros, estos nombres, estas historias de hoy, las reconocemos a la luz de la antorcha que nos dejaron los 12 y los 30.000, para que todos podamos gozar una vida con igualdad de posibilidades y sigamos luchando por los derechos humanos.
Porque pasado, presente y futuro se anudan en la memoria…

Soy esta tierra, soy esta gente, soy mi memoria y soy esta historia.

Hoy hacemos memoria de los 12 con dolor, con gratitud y la profunda convicción de que junto, con el espíritu de lucha y esperanza, queremos seguir pariendo, inspirados por el apasionado Jesús, una historia donde no exista la desaparición, ni la tortura, ni la clandestinidad. Queremos vivir libres, gozando del viento y el sol, de los días calmos y las tempestades; queremos abrir los brazos y entregar el corazón para recibir y seguir pariendo una patria nueva, una vida nueva que abrace y consuele a los que levantan su voz y hoy siguen siendo victimas de la injusticia.

Soy esta tierra, soy esta gente, soy mi memoria y soy esta historia.

(*) Documento leído el 8 de diciembre en el aniversario 37 de la pasión de los Doce.

Edición: 2835


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