Cada vez más lejos de Finlandia

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Por Facundo Barrionuevo

 (APe).- Finlandia es el lugar común de los discursos de reforma educativa a nivel sistemas que se pretenden progresistas. Con distintos think tanks el gobierno de Cambiemos se posicionó desde el discurso en ese registro de reformas que apuntan a la atomización y a destruir la escuela, especialmente la pública, aunque no sólo ella, sino todo el sistema de la escolarización. En realidad, estamos cada vez más lejos de “Finlandia”.

Las últimas semanas nos hemos encontrado con una serie de decisiones de gobierno en distintas jurisdicciones que sacudieron nuevamente el mundo escolar y ponen a las claras la línea de trabajo que, consecuentemente venía ejerciendo este administrador del despojo. Como dice Alfredo Grande, gobernando por la espalda, tanto María Eugenia Vidal en la Provincia de Buenos Aires como Mauricio Macri a nivel nacional, actúan la figura de una “modernización” que les ordena ajuste, desmonte y pauperización.

No importan 4 o 5 familias que pudieran verse perjudicadas en cada una de las 39 escuelas rurales o isleñas que cerraron. Tampoco importan los balseros que transportan a los pibes o los maestros que otrora eran ensalzados por este mismo partido que está en el poder, como aquellos docentes abnegados que querían trabajar cuando los sindicalistas gordos, feos y sucios no los dejaban. No cuentan ellos en la planilla de excel, no mueven la aguja del conflicto social pero sí la del 'ahorro necesario'.

Lejos queda la Finlandia prometida que mantiene con un 6% del PBI todo su sistema elogiado por el Foro de Davos y la OCDE. Cada vez a más se aleja el paraíso educativo que mantiene un profesorado de elite y alto prestigio social en la totalidad de un territorio extremadamente complejo como el escandinavo. No tiene nada que ver aquél sistema estatalizado al 90% con este proceso colonial de creciente privatización y negocio, que culpabiliza al educador de todos los males presentes y de la muerte eterna.

En ese mundo de las ideas finés, no existen los trayectos alternativos para los rezagados del hambre y el olvido que esperan alguna ONG que les llueva del cielo una cartuchera usada con lápices cortitos de minas quebradas. Para esos alumnos especiales hay maestros que acompañan en el curso común sin repitencias separadoras y excluyentes. En cambio en estos sures, los espera el laberinto de los descartados que cada vez se hace más y más tabicado: se reducen los CENS, se cierran los FinEs, los bachilleratos juveniles son una réplica de tercera bajo la órbita de la misma escuela que los expulsó.

En esta mala copia con aspiraciones europeizantes se adora el tótem de la doble escolaridad como la solución a todos los problemas sociales, cuando en el deseado y nevado cielo educativo los niños apenas pasan las 20 horas semanales de clase. Mientras aquí se condena a todo el mundo a prácticamente el mismo circuito, en la platónica caverna discursiva las sombras proyectadas muestran diversificación, formación técnica y profesional, arte y deporte.

Allá el docente es poco menos que un doctor, acá las tizas siguen manchadas de sangre, la paritaria es un eterno retorno anual cuasi litúrgico de sufrimiento e intemperie y el pequeño resquicio de formación como Nuestra Escuela, el INFD, las publicaciones, Conectar Igualdad son cerrados o reducidos a cáscaras vacías.

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En noviembre del año pasado, una delegación del Ministerio de educación Finlandés firmó convenios con el ministro nacional Alejandro Finocchiaro, para asesorar a nuestro país en una actualización general del sistema y le pusieron el sugestivo nombre de “Memorandum”. Finlandia generó una industria de exportación en torno de este gran fenómeno que tiene mucho de cierto fronteras a dentro pero que extrapoladas a otras latitudes corren el riesgo de convertirse en espejos de colores.

Del otro lado, por mucho que bauticemos a las universidades, institutos o bibliotecas con el nombre del gran Jauretche seguiremos siendo unos colonizados pedagógicos si no ponemos en el centro de la escuela a los pibes del pueblo cantante y sonante. Y de ese modo, saber que la fragmentación social hizo que de esos pibes, al decir de Débora Kantor en una despiadada letanía, “unos se socializan en el shopping y otros en la calle cartoneando, unos comen fast food otros comen rápido en el comedor comunitario, unos comen comida basura y otros rebuscan en la basura para comer, unos configuran tribus urbanas en torno al consumo y otros conforman bandas frente a la imposibilidad de consumir (…), la distancia entre ellos es lo que hace que unos se vuelvan niños y los otros devengan menores.”

En tanto sigamos atrás de promesas colonialistas colaboraremos en “tapar los mojones del camino de nuestra historia que, como las arenas del desierto, se empeña en impedir que encontremos el verdadero camino” 1.


1 Arturo Jauretche: La colonización pedagógica y otros ensayos; Centro editor de América Latina; Bs. As. (1992)

Edición: 3564

 

 


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