La droga adulterada en Rosario

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Por Carlos del Frade

(APe).- A finales de los años noventa, desde los hospitales públicos del Gran Rosario informaban que la cocaína se cortaba con insecticidas, tiza, talco y materiales potentes. Casi un cuarto de siglo después, a días de las 24 muertes por “droga envenenada” en el partido bonaerense de Tres de Febrero, ocho personas, la mayoría menores de 35 años, fueron internadas en los efectores de salud del sur rosarino y Villa Gobernador Gálvez, al sur de la cuna de la bandera, arroyo Saladillo mediante.

La justicia federal recibió el informe del Ministerio de Seguridad de la Provincia y en las primeras horas del lunes fueron allanados distintos domicilios, entre ellos los de las personas consumidoras, repitiendo el viejo e hipócrita paradigma de culpabilizar a las víctimas. En uno de esos allanamientos, en pleno barrio “Las Flores”, cuna de Los Monos, fue detenido un muchacho de nombre Nahuel Cantero que a pesar del apellido parece no tener relación con la banda que se hizo fuerte a partir del año 2007 en el palo del narcomenudeo.

A principios de 2022, las fuentes federales sostienen que la cocaína consumida en el Gran Rosario en particular y en la provincia de Santa Fe, en general, tiene una pureza menor al uno por ciento. Las pibas y los pibes están drogándose con basura.

La hipótesis del fentanilo como producto que sirvió para cortar la sustancia en la Puerta 8 y que vino de la mano de los nichos corruptos de La Bonaerense, como bien establecieron varias investigaciones periodísticas publicadas en el primer fin de semana del mes de febrero, también aparece entre las especulaciones que se hacen en la ex ciudad obrera.

Lo cierto es que el narcotráfico revela su carácter multinacional y paraestatal: lo que se consume masivamente en Estados Unidos, la población con mayor cantidad de adictos del continente, en menos de cinco años se hace presente en toda la geografía al sur del Río Bravo.

Mientras el consumo de sustancias psicoactivas siga ilegal no solamente continuarán las mafias, si no también el triste rol de los gobiernos, nacionales, provinciales y municipales, que siempre llegarán a reparar las consecuencias, poner las ambulancias para levantar muertos o intoxicados. Alguna vez habrá que discutir qué necesita la población, si un estado presente solamente en las consecuencias o presente en la prevención para que no llegue cuando el tiempo ya está agotado por la lógica del consumidor consumido o el soldadito inmolado en el altar del dios dinero.

En ambas provincias, las más poderosas económicamente de la Argentina, las partidas presupuestarias para empatarle a la seducción del narcotráfico no superan el uno por ciento cuando se leen las cifras de los ministerios de desarrollo social, trabajo, vivienda, deporte, ambiente y ni hablar de prevención de adicciones.

Pero en forma paralela, mientras aumenta el número de causas judiciales por narcotráfico, los casos de lavado de dinero tienen una dimensión ridícula, demostrando que los grandes partidos políticos que gobiernan no demuestran ningún interés real en ir sobre el corazón del negocio que, como todo negocio, supone cortar el flujo de dinero.

A diferencia de Buenos Aires, las voces de las familias de las víctimas de esta intoxicación rosarina no quieren dar muchas precisiones sobre los lugares de compra de las sustancias. Saben que hay un riesgo en ese entramado poderoso que suelen ser las pandillas narcopoliciales.

En la provincia de Buenos Aires está vigente la ley de narcomenudeo a partir del año 2005, que ha servido para generar cajas negras policiales, como también ha sucedido en otras regiones del país. En la provincia de Santa Fe, en tanto, la continuidad del negocio supone la continuidad de la impunidad de ciertas bandas narcopoliciales por abajo y la absoluta certeza de parte de quienes manejan los puertos y depósitos fiscales que nadie los molestará.

Para las voces oficiales de la salud rosarina, cada una de las ocho personas internadas están evolucionando bien y eso marca una notoria diferencia con lo sucedido en el principal estado de la República Argentina.

Lo cierto es que el consumo sigue creciendo en el país que se ha convertido en exportador privilegiado de cocaína y droga sintética, como lo viene diciendo Naciones Unidas desde hace casi una docena de años.

La droga adulterada en Rosario demuestra la regionalización del consumo, de la oferta y la necesidad de un debate profundo sobre el rol de los gobiernos frente a este fenomenal negocio.

Del otro lado de las impunidades, como casi siempre, el mapa estragado que deja la evolución del flujo de dinero ilegal es nada menos que los cuerpos de mujeres y muchachos que repiten la lógica, perversa lógica de consumidores consumidos.

Fuente: Diarios “La Capital”, “El Ciudadano” y “Rosario/12” del lunes 7 de febrero de 2022 y “Ciudad blanca, crónica negra”, del autor de esta nota.

Edición: 4062

 

 


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