Pájaros llenos de pájaros

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Por Silvana Melo

Foto: Sub Cooperativa de Fotógrafos

(APe).- No son madres potenciales por mandato, por aluvión, por historia. Son golondrinas buscando desesperadamente una primavera. No son mamás de muñecas que suenan, como primera etapa de una maternidad prepotente, impuesta, penetrada en su territorio frágil, como un misil en una casita de lata. Son colibríes irreverentes, capaces de volar hacia atrás y hacia adelante, desafiando cualquier norma de los sistemas.

No son laboratorios de ensayo, no son incubadoras, no son frasquitos de cristal donde se enciende una brasa sin que ellas lo deseen, para que crezca en panzas de 11 años. Con toda la adultez acuciante y acusante. Señalando su ombligo como el centro de los males del mundo.
No son carne de las instituciones ni de las parroquias ni de las gobernaciones ni de los jueces ni de los objetores de conciencia ni de los abuelos ni de los vecinos ni de los padres/astros ni de los tíos.

No son las nietas de las brujas a las que hay que quemar hoy, en hogueras mediáticas, en escritorios oscuros, en púlpitos, embarazadas a los 10, obligadas a parir, ultrajadas a los 4, quemadas con brasas, golpeadas, rotas, envueltas en bolsas negras, tiradas a la basura.

No son amas de casa que juegan al detergente y a la esponja de acero, formateadas por el imperio social que coloca cada cosa en su lugar.

No son brotes de maleza a las que hay arrancar antes de que envicien el sembrado. Son palomas de paz y de guerra. Que vuelan sobre las cabezas del mundo. Y que agitan sus deposiciones sobre las frentes de los juzgadores y de los determinantes.

No son tierra a conquistar, no son piel donde plantar bandera, no son futuro a extirpar, no son un paisito a invadir, no son cuerpos a enajenar. Son las herederas aluvionales de las trabajadoras de la fábrica de camisas que las patronales quemaron en marzo de 1911. Cuando cerraron todas las puertas para que ellas no se robaran un alfiler. Son las que vienen a cambiarnos el mundo horrible que vamos dejando. Son las que pondrán las cosas cabeza abajo, patas arriba. Si las dejan vivir.

Y son pájaros. En pleno vuelo. Rompiendo las vallas de la libertad.

Son pájaros llenos de pájaros (*).

(*) Parte de un poema de Miguel Hernández

Edición: 3829


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