Esta democracia no tiene padres

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Por Alfredo Grande

“Habiendo otras democracias a disposición de público, los Estados Nacional, Provincial y Municipal no se hacen responsables por el uso de ésta”

(aforismo implicado)

Siete millones de chicos argentinos viven sin cloacas ni agua potable
Contaminaditos y en riesgo
Las actividades industriales sin control y el uso de plaguicidas también afectan a la población de hasta 18 años, según un informe elaborado por Naciones Unidas y la Defensoría del Pueblo.
Peligro. El 58% de los menores vive en distritos donde no existen condiciones adecuadas de saneamiento; el 42%, en municipios con riesgo industrial, y el 22% está expuesto a los agrotóxicos. En la Argentina siete millones de chicos viven en situación de riesgo ambiental. “La falta de cloacas y agua potable, las actividades industriales sin control y el uso indebido de plaguicidas son las causas de esta situación, que afecta seriamente la salud de la población de entre 0 y 18 años”, explicó el defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, al presentar las conclusiones de un informe que definió el mapa de la contaminación ambiental en la niñez. Según la investigación -que fue presentada por el ombudsman junto a representantes de las Naciones Unidas-, el 58% de los menores viven en distritos donde no existen condiciones adecuadas de saneamiento, el 42% habita en municipios con riesgo industrial y el 22% está expuesto a los agrotóxicos.
(Diario Crítica de la Argentina 08-04-09)

(APe).- Lo potable se define como aquello apto para consumo humano. El problema como siempre, es cuando tratamos de definir qué es aptitud, qué es consumo y qué es humano. La aptitud designa la potencialidad en el ejercicio de un acto. Apto para casarse encierra la potencialidad del matrimonio. Por supuesto que hay aptitudes menos peligrosas, pero recuerdo en este momento el inolvidable instrumento jurídico denominado 67 bis, con el cual no se recuperaba la aptitud matrimonial. No todo el pasado, pero éste si, fue mejor. Consumo no es solamente de objetos, sino que, plaga neoliberal mediante, el consumo es de consumo, y a eso llamo consumismo. El éxito es el endeudamiento, porque consumir al contado no tiene gracia. Entre otras cosas, porque se consumiría menos y entonces ¿quién se ocupa de la reactivación?

Pero sin dudas el mayor problema, cuasi insoluble, es definir qué entendemos por humanidad. Resisto, hasta que la AFIP me deje, a definir la humanidad desde el paradigma de la nueva cultura tributaria: es humano en tanto portador sano del número de cuit/cuil. Lo humano entonces está atravesado por todo lo bueno y por todo lo malo, como el tango Las Cuarenta explica con claridad. Cuando un humano nos produce rechazo, decimos que es impotable. Cuando nos produce atracción, incluida la fatal, lo olemos, bebemos, comemos, setenta veces siete y más también. No sería extraño que algún funcionario planteara que cada uno bebe el agua que se merece. Y avanzando un poco más, después de todo para eso están las elecciones: ¿por qué el humano malo, feo, pobre y sucio va a beber agua cristalina, inodora, incolora e insípida? O sea: agua mineral de botellones rellenados con agua de la canilla. Esa agua no potable, la ausencia de cloacas y por lo tanto la proliferación de pozos no videntes (ciegos) donde lo que flota no es la paridad cambiaria sino los más plebeyos soretes (mojones para el español de latinoamérica): ¿no será una verdad revelada de las penúltimas imágenes del mercado?(1) O sea: el agua no potable, las cloacas en retiro efectivo, los pozos ciegos mandato cumplido además de su cruda materialidad, sostienen, al decir de Noam Chomsky, una ilusión necesaria. “En el sistema democrático, las ilusiones necesarias no se pueden imponer por la fuerza. Más bien, se deben instalar en la mente del público por medios más sutiles”(2). Justamente, que el tema es que las aguas siempre bajaron turbias, pero ahora además hay que beberlas, que del polvo vienes y al polvo volverás, y entre polvo y mierda no hay tanta, tanta diferencia, y la más importante ilusión de todas: la cuestión de potabilizar aguas y sanear letrinas es un problema técnico, no político. Quizá, para pasar de la ilusión a la alucinación necesaria, algún creativo impondrá la pauta publicitaria: “dime qué bebes y te diré quién eres”. Por lo cual el sistema predador consigue que el intoxicado, el envenenado, el consumido en sus propias inmundicias, se sienta dignamente culpable de su destino. ¿Cómo no va a tener dengue, doña rosa(3), si ha dejado dos tachitos con agua podrida, fíjese usté? Los basurales a cielo abierto (cielo negro, por cierto), los desarmaderos cuasi clandestinos, las inmensas piletas con aguas estancadas porque está amagando el invierno, etc, no son hipótesis de conflicto. Es decir: entre el aedes y el lucro, nos quedamos con el lucro, porque en algún momento llegará el frío. Y cuando el mosquito se marche, pero con seguridad volverá y será varios millones, casi siete millones de ex privilegiados para no morir de sed, elegirán, quizá sin saberlo, beber el líquido que deberían dejar correr. Simultáneamente, los encargados de edificios, orgullosos por las conquistas sociales del SUTERH, seguirán imitando a las cataratas del Iguazú, utilizando las veredas como la planicie de aguas corrientes desperdiciadas, aunque con seguridad cuando pasen los chanchos no le tirarán con margaritas. No son contradicciones: son cuestiones incompatibles. Los barrios caros que desperdician el agua y que saturan las cloacas con las nefastas torres. En el mismo país, pero en otra patria, millones eligen todos los días entre el infierno de la sed o la tortura de la intoxicación. Esos siete millones están huérfanos, porque no hubo padres ni madres de la democracia que en más de 25 años de estado de derecho, se ocuparan de este tema. Es cierto: la gobernabilidad tiene cara de hereje, y de eso las listas electorales de los partidos del régimen burgués pueden dar testimonio. Qué lástima que pudiendo haber otras democracias, tengamos que usar ésta.

(1) De que no sean las últimas se está encargando Barak Obama
(2) Chomsky, Noam. Ilusiones Necesarias. Caronte Ensayos
(3) “Doña Rosa”, la criatura que Neustadt inventó, es la versión liberal pero no menos dementizada, de la “Mamá Cora”, el personaje del genial Antonio Gasalla

Edición: 1487


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