No hay punto final para las hipocresías

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Por Carlos Del Frade

(APe).- -Con esto empezamos a ponerle punto final al narcotráfico en Rosario…-anunció el nuevo ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, luego de comunicar que 575 gendarmes llegarían a la provincia de Santa Fe, el segundo territorio más rico de la Argentina, antes del mes de noviembre de 2021 para “combatir” el negocio de las sustancias psicoactivas prohibidas.

Durante 2020, por los 38 puertos que tiene la provincia de Santa Fe se exportaron bienes por 22 mil millones de dólares.

No quedó nada. Salvo el empobrecimiento del pueblo.

A horas de aquel anuncio del ministro de Seguridad, los números del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo señalan que en semejante geografía esplendorosa en riquezas que se exportan, creció la pobreza en el primer semestre de 2021, alcanzando al 50,5 por ciento de su población.

El Gran Santa Fe tiene 271.560 personas pobres y 56.100 indigentes. En el conglomerado hay 65.037 hogares bajo la línea de pobreza y 12.758 bajo la línea de indigencia.

En ese punto del mapa, en las últimas semanas de septiembre, dos niños, de uno y dos años, pertenecientes a diferentes familias, fueron internados por tener rastros de cocaína en su organismo, en la ciudad de Santa Fe, en el lapso de siete días. Uno de ellos ya ha sido dado de alta, en tanto que el segundo se mantiene en tratamiento pues sufre un “síndrome de abstinencia por consumo crónico”.

Según explicó el director del Hospital “Orlando Alassia”, Osvaldo González Carrillo, la droga la habría ingerido a través de la lactancia. “Cuando hay síndrome de abstinencia es porque el consumo no es algo casual” y consideró que “es muy probable que (la ingesta) sea a través de la leche materna”.

Se trata de casos muy complejos porque “el chico convive en un medio ambiente que no lo favorece para su desarrollo”. Al hablar de su experiencia en el hospital santafesino, el director dijo que los casos con esa edad no son frecuentes, aunque “sí se suele ver a veces en neonatología son las madres que consumen”, por lo que “el chico hace un síndrome de abstinencia”.

En Rosario, mientras tantos, tres empresarios, uno de ellos con domicilio en la localidad de Álvarez y los dos restantes en Villa Gobernador Gálvez, fueron detenidos en un operativo que se desplegó en 34 allanamientos llevados adelante por agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) bajo la conducción de la fiscal federal Adriana Saccone y la tutela del juez federal Carlos Vera Barros en el marco de una causa que investiga una asociación ilícita polirrubro que abarcaba la comercialización de drogas, la falsificación de documentos públicos y el contrabando de ropa con el consecuente lavado de dinero. En ese sentido, dice el requerimiento fiscal, “se estaría ante una asociación que en forma organizada y permanente tendría por destino la comisión continuada de hechos ilícitos de lavado de activos en la que los distintos investigados cumplirían diversos roles y que detenta un muy importante poderío económico”.

Secuestraron 5.139.599 de pesos, 2.068.785 millones de dólares, e incautaron 16 autos, tres camionetas, tres motos, tres cuatriciclos y una lancha, 11 gramos de clorhidrato de cocaína, un arma de fuego y municiones, 78 teléfonos celulares, 24 CPU, 14 notebook, dispositivos electrónicos varios y documentación de interés para la causa en marcha. Casi cuatrocientos millones de pesos en un negocio que se basa en la circulación del dinero.

En esos mismos días, como contraste a semejante riqueza, las cifras oficiales del INDEC sostuvieron que en el aglomerado Rosario hay 522.992 personas cuyos ingresos no logran cubrir la canasta básica de pobreza; de los cuales 140.774 no llegan ni siquiera a poder comprar los alimentos básicos. Esto significa que 130.406 hogares (28,3%) son pobres y 36.287 (7,9%) son indigentes.

En esta primavera que anuncia llegada de cientos de gendarmes, entre riquezas para pocos y pobreza para muchos, septiembre se retiró con el asesinato de un muchacho de veintitrés años, Julián Zenier. Le dispararon 69 veces y 32 de esos balazos le perforaron el cuerpo. Fue en la zona de Nuevo Alberdi, en el norte de la ex ciudad obrera.

Las crónicas dicen que hace poco más de un año y medio Zenier se instaló en una casa ubicada en un pasillo de tierra. Para entonces ya estaba en silla de ruedas producto de un disparo recibido tiempo atrás que le había afectado la médula. En ese lugar vivía con su pareja y un hijo de 4 años.

Fue en el mismo día en el que volvieron a condenar al Guille Cantero, jefe de Los Monos. Ya acumula 83 años de cárcel con apenas 32 años de vida.

-El negocio más rentable es vender violencia al mejor postor – dijo uno de los fiscales, Matías Edery.

-La violencia es rentable porque no hay inversión previa, por eso coincido con que es mayor negocio que el narcotráfico por la diversificación de los negocios. Hay una cantidad de mano de obra que podría ser que llegue a pagarse un precio tan irrisorio por matar a alguien – agregó otro fiscal, Miguel Moreno.

De la nueva intervención de fuerzas federales para ponerle “punto final al narcotráfico”, a bebés que parecen ser consumidores consumidos de cocaína, entre riquezas monumentales en manos extranjeras o mafiosas, los números del saqueo que reflejan las cifras de la pobreza en las principales ciudades santafesinas demuestran que la violencia está mucho más allá de los barrios humildes.

Que la concentración y extranjerización de las riquezas producen violencias e hipocresías varias y que el famoso punto final no es más que un triste deseo o, simplemente, una nueva hipocresía más.

Edición: 4398

 


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