María, Lilian y Lichita

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    Por Silvana Melo
    

    (APe).- Duelen María y Lilian Villalba, de once años. Sus rostros frescos y sonrientes duelen porque son la cara terrible del estado paraguayo. Que las asesinó a sangre fría y luego negó su calidad de niñas, su identidad, su martirio. Duele Lichita, de catorce. Aún desaparecida. El 2 de septiembre de 2020 fue la masacre en manos de las fuerzas de tareas conjuntas (FTC) de la policía y el ejército del Paraguay. Ese estado que aseguró que las niñas eran guerrilleras, que les cambió la ropa por uniformes militares, que les negó la infancia para suavizar la culpa de sus muertes.

Ayer, un centenar de niños y niñas cantaron, bailaron y dejaron sus dibujos en el frente de la embajada paraguaya en Buenos Aires, totalmente vallada por miedo a esa misma infancia que asesinaron y desaparecieron. Colores y trazos para hablar de María, de Lilian, de Lichita. Tres pibas como ellos, como los ciento y pico que le pusieron voz y presencia al recuerdo vivo de las tres.

Eran cinco primas que vivían en Misiones y querían conocer a sus familiares que integran el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), en plena selva. Las chicas no comprendían cómo no podían estar cerca de padres, tíos, gente a la que amaban y que las amaba. Tenían entre 11 y 18 años cuando junto a Laura, madre y tía de las tres niñas martirizadas por las fuerzas paraguayas, viajaron a Yby Yaú, en el norte de ese país. Era noviembre de 2019. La idea era volver a Misiones terminado el verano. Pero estalló la pandemia, se cerraron las fronteras y no pudieron regresar.

La Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) atacó el campamento del EPP, donde las niñas convivían con familiares pensando en el regreso a su Misiones. Los militares asesinaron brutalmente a Lilian Mariana y María Carmen Villalba, dos chiquitas argentinas de 11 años. Tania, de 18, recuerda haber visto y oído cuando se llevaban a sus primas. La nómina de muertos en el operativo incluía sus nombres. El presidente paraguayo, lejos de condenar los asesinatos, festejó el “éxito” del operativo. Las atraparon, las fusilaron, mintieron que eran adultas y guerrilleras y las vistieron de uniformes de combate para simular enfrentamientos.

Mientras tanto, las tres chicas restantes escaparon junto con Laura y tres militantes del EPP que las guiaban y que fueron muertos el 20 de noviembre. Carmen Elizabeth, Lichita, de 14 años, estaba herida en una pierna y en la cara. Pudieron huir y se escondieron en el monte. Diez días sin nada que comer, con Lichita herida y la muerte acechando en cada ruido, en cada rama que se movía, en cada noche que se avecinaba. Tania y Ana decidieron salir a buscar provisiones. Pero se perdieron y no supieron cómo volver. Se alimentaron con cocos, sapos, víboras y bebieron su propio orín.

Las chicas lograron llegar a una casa donde les dieron de comer y les dibujaron un camino para salir. Después se enteraron de que Laura estaba presa y Lichita, desaparecida.

Tania declaró en la Relatoría Especial sobre Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias del Alto Comisionado de Naciones Unidas. Dijo que las fuerzas se llevaron vivas a María y Lilian, por lo que se supone que fueron fusiladas. Laura Villalba quedó detenida, acusada de terrorista. Varios meses apenas comunicada con el exterior, con militares que escuchaban todo lo que hablaba. Luego , a partir de la intervención de la Gremial de Abogados y las Naciones Unidas, pudo ser llevada a una cárcel común en Encarnación, muy cerca de Misiones. Víctima de otra causa armada.

Ayer niños y niñas, familiares de Lichita, María y Lilian y un amplísimo abanico de organizaciones de derechos humanos y de niñez marcharon hasta la embajada paraguaya para bailar, cantar y denunciar ante la representación del estado del Paraguay un infanticidio perpetrado por los brazos armados de ese estado y avalado por el poder político. Las niñas y los niños dibujaron a Lichita, María y Lilian, reclamaron justicia, pintaron flores de cartón y llevaron flores de verdad para dejar un testimonio atronador abrochado a las vallas que les plantaron.

Hace un año que murieron nuestras dos niñas hermosas; con muchos sueños cargados se fueron ilusionadas de conocer a su papá y al despedirse dijeron gracias abuela por cuidarnos, por darnos toda tu vida, tu esfuerzo”. Frente a la embajada habló Mariana de Jesús Ayala López. “Cumplí con mi deber como abuela, como familia, como madre. Me da fuerza a pesar de todos los dolores y sinsabores que pasamos en 11 años y más”. Pero “no podíamos negarles a estas niñas el sueño de conocer a su papá”. Tras ese sueño “se fueron, se perdieron de mi vista. Yo me quedé debajo del árbol mirando, preocupada, emocionada, alegre, yo no entendía qué me estaba pasando en esos momentos en que ellas se iban con los sueños. Y me dijeron al despedirse abuela, te prometemos que vamos a volver, que vamos a terminar nuestros estudios”.

“Llevaron mi foto como amuleto en sus bolsillos. Tantas noches hemos pasado llorando. Impotentes ante tanta injusticia, ante tanta aberración, ante tanta brutalidad de los militares armados cada día más sofisticadas sus armas”. Y dice Mariana: “las niñas y niños no son criminales. Los criminales son los que matan, torturan, persiguen a nuestras niñas y niños”. A su alrededor, decenas de esos niños hablaban de lo que sentían. De la ausencia de esas tres chicas martirizadas, de un estado que los persigue, de sus sueños enormes de justicia. Una chica de vestido celeste y jarrón sobre su cabeza bailaba ante el mundo la tragedia que juntó a una multitud en calle Las Heras de la capital argentina. Mientras Paraguay no investiga ni deja ingresar al Equipo de Antropología Forense argentino ni permite misiones humanitarias.

Hoy seis mujeres de la familia Villalba son refugiadas políticas en la Argentina. Son madres, tías, familia de las niñas. Sostenidas y respaldadas por la Gremial de Abogados y los principales organismos de derechos humanos para que no se pierda el grito de justicia por las chicas asesinadas. Y de aparición con vida de Lichita. El grito que agitó el mediodía del lunes 6 de septiembre y que debe quedarse flotando en estas calles hasta que las niñas reciban, en su crimen atroz, en su desaparición, la justicia de las instituciones que las abandonaron.

Fotos: Resumen Latinoamericano

Edición: 4384

 


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