El día en que...

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Por Alfredo Grande

(APe).- En los alrededores de Villa La Inmunda, se había perdido toda noción del adentro y del afuera. La antigua expresión “en situación de calle” fue abandonada porque nadie recordaba otra cosa que no fuera la calle. Los más antiguos tenían lejanos recuerdos de un sector especial que se llamaba vereda.

Antes de morir, alguien redactó unas líneas que bautizó como “soneto de la vereda”. Apenas quedaron tres líneas que, en un viaje al sector de la ciudad pre histórica, alguien recordó que se llamaban terceto. “Y acá estoy caminando mientras pueda, tambaleando entre pozos y cascotes, yo que supe ser el patrón de la vereda”.

Lejanas proclamas, mucho antes que Villa la Inmunda quedara totalmente aislada de la Fortaleza Baírica, enfatizaban con tono solemne y marcial que “la continuidad calle, vereda, piso de la casa, era un triunfo de las políticas de igualdad social”.

El día y la noche dejaron de ser antagónicos porque el aire casi no tenía oxígeno y estaba saturado de gases inertes. Lo que en la antigüedad era denominado “día” pasó a ser la “gran claridad” y la “noche” era la “pequeña claridad”. La relativa luminosidad provenía de materiales radiactivos con los cuales se regaban generosamente las antiguas tierras. En esta nueva normalidad pos y pre pandemias, se denominaba “suelo”.

La tierra y la idea de tierra fue, aunque pareciera paradoja, y seguramente lo es, pero a nadie le importa, desterrada. El hambre dejó de ser problema, porque los alimentos fueron declarados “bienes no esenciales”. Por lo tanto, la Fortaleza se declaró neutral en la delicada cuestión de la producción distribución y consumo.

Lo que finalmente se denominó la Cuarta Evangelización, tenía como uno de sus pilares el siguiente mandato: “Haga Patria: no coma”. Nadie se murió más de hambre, simplemente porque la idea misma del hambre fue arrasada. Destruimos la idea de la cosa, y la cosa misma desapareció. Otra forma de solución final.

Aparecieron proclamas en las cuales los malestares producidos por obedecer el mandato “Haga Patria No coma” fueron severamente castigados. Fue catalogado como Terrorismo Corporal y su exterminio devino no solo impune, sino que tuvo premios especiales.

Se prohibió todo intento de investigación histórica, considerando que no tenía la menor importancia entender las causas ya que de todos modos estaba totalmente prohibido cambiar los efectos.

Otro mandato de especial impacto fue: “Es lo que no hay”. Con lo cual la idea de la carencia desapareció totalmente. Los filósofos de la EPP (Era Pandemia Permanente) fundamentaron que “el ser es”. La idea de “ser o no ser” fue considerada como potencialmente subversiva lo que llevó a la quema de algunas obras de teatro, que de todos modos hace más de medio siglo que nadie representaba.

Se aprobó con carácter universal, absoluto, absolutorio y ecuménico el IFE (Infancia Fue Exonerada). Alguien encontró una antiquísima canción de un ignoto cantautor y con gran beneplácito de la Nueva Realeza las infancias fueron denominadas como “locos bajitos”. Posteriormente, fueron simplemente “lo bajitos”. Y eran considerados subversivos a partir del metro treinta. No hubo nunca más censura ya que no había nada que censurar.

La Nueva Realeza atesoró una nueva versión del latín y el alemán, idioma de vencedores, que se denominó Latemán. Su enseñanza estaba prohibida y su utilización era castigada. Los más antiguos recordaban la prohibición de hablar en vasco y a cualquier ignoto que pretendiera aprenden o hablar en Latemán era castigado con el corte de la lengua. La obligatoriedad del uso del Latemán, pero la prohibición de aprenderlo, fue la maravillosa pareja que comenzó la necesaria tarea de abolir toda forma de pensamiento.

Los fundamentos doctrinarios de la Re Contra Revolución fue un texto de la antigüedad, que permitió otorgar la certeza necesaria en los tiempos fundacionales de la Nueva RealezaUna modesta proposición (A Modest Proposal) es un ensayo escrito por Jonathan Swift en 1729 (antiquísima era). El ensayo propone resolver el problema en Irlanda de campesinos inquilinos que no pueden alimentar a sus hijos porque los propietarios son inflexibles sobre el arriendo. Después de discutir el problema, sugiere una solución nueva: los padres deben vender sus hijos a los terratenientes ricos para que se los coman.

La modificación que en su momento resultó aceptada, ya que los gradualismos son preferibles para que las futuras víctimas no preparen ninguna defensa, fue la donación masiva de mascotas. “Lo bajitos” eran especialmente aptos para la aceptación de todo lo que se parecía a un bicho. Lo único parecido a una forma extraña de ternura fue el roce de una lagartija o un sapo. Cuando la última mascota fue utilizada, la extraña mezcla que alguna vez se llamó guiso rapero, desapareció para siempre. Y también toda forma de ternura.

Las bases de la Nueva Normalidad que la Realeza tenía decidido imponer, estaba garantizada. En una vitrina de cristal incorruptible, a prueba de los Robin Hacker, se cuidaba el documento fundacional: “La situación global que trajo aparejada el surgimiento del Covid-19, con sus modificaciones del estilo de vida, la fuerte caída de la economía mundial, las restricciones dispuestas por los países, el salto en las acciones de las multinacionales tecnológicas y la emergencia de más de 100 millones de nuevos pobres en solo un año, ha llegado para quedarse. La Comisión Europea (CE) prevé una duración de la pandemia de Covid-19 hasta, por lo menos, 2023. La autoridad con sede en Bruselas anunció, días atrás, que negociará con la farmacéutica norteamericana Pfizer (asociada a la alemana BioNTech) la compra de 1.800 millones de dosis de su vacuna para hacer frente a la “segunda generación” de coronavirus. Por Fausto Frank – Kontrainfo” La Nueva Realeza ya está administrando la Pandemia Extendida Covid 34.

Nota del autor: este texto no pudo ser escrito en Latemán por las prohibiciones mencionadas. Es enviado a una Agencia de la Resistencia cuyo nombre evoca aquello que decidimos no olvidar: la pelota de trapo.

Edición: 4304


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