Ruleta de la limosna

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Por Silvana Melo

(APe).- Mientras en el país de los alimentos los huevos, el pan y la leche doblan sus precios por culpa de una guerra a 14 mil kilómetros, mientras la política ortodoxa legaliza una deuda ilegítima y se dispone a pagarla con un costo humano difícil de mensurar, mientras la dignidad de esta vida es un jazmín en marzo, un bingo mensual sortea la dieta de un político antipolítica. Que utiliza las prebendas de la casta de la que reniega con la intención de administrar un estado al que considera delincuente.

El 14 de marzo a las siete de la tarde, desde su cuenta de Instagram, Javier Milei sorteará por tercera vez su sueldo de diputado. Porque ese dinero, filosofa, surge de los impuestos. Y "para mí, cobrar impuestos es un acto violento. El Estado le saca a la gente por la fuerza. Yo no quiero ser financiado por el robo". Entonces, a través de un acto escandaloso y denigrante, arroja las migas de su banquete de poderoso antisistema sobre las cabezas de dos millones de desasosegados –que son los inscriptos hasta ahora a través de su sitio web- para ver quién las ataja. Y se gana 347.157,12 pesos. Una cifra ajena al sueño de cualquier trabajador, un número que la mayor parte de la población no verá jamás en su totalidad ante sus ojos. La retribución a un legislador que no la necesita para vivir y transforma sus convicciones, absurdos e incoherencias en una plataforma de conocimiento masivo y gobierno eventual. Sin estado, con el banco central en llamas y una periferia de millones de intemperies.

Los interesados en ser uno a quien le caiga sobre la cabeza el ilusionismo de la infamia se inscriben en la web de Milei, nombrada con un mesiánico “Mi palabra”. La política pastorizada, degradante e insultadora logra una publicidad fuera de las posibilidades de cualquier RRPP y se construye una base de datos gratuita: el desafortunado de la vida común se anota a una salvación momentánea y exótica. Para eso debe llenar un formulario con DNI, nombre y apellido, fecha de nacimiento, correo electrónico y número de celular. Ni el padrón electoral.

El que se robó una bella palabra para embanderarse –libertarios para la libertad verdadera, no la de mercado-, el antisistema que se colgó de las estructuras del sistema del que abjura, inventa una práctica de limosna que tiente a los descartados o a sus propios súbditos de tiktok y Parque Lezama.

La dignidad se retuerce en la martingala argentina. En la comparsa marketinera tan exitosa que el 4 y medio por ciento de la población se anotó para aspirar a ser un tocado por la varita de la abundancia.

En un bingo donde la suerte no depende de la lucha colectiva sino de un número que caiga desde la fórmula gris de un programador.

Edición: 4077

 


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