Un solo comedor

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Por Sandra Russo

(APE).- El 31 de julio de este año, la Secretaría de Desarrollo Social catamarqueña, a cargo de Marta Torres de Mansilla, hizo la última entrega de alimentos destinados a comedores infantiles. Esa dependencia fue creada, según enunció en su momento el gobernador Eduardo Brizuela del Moral, para atender las necesidades específicas de la población de riesgo. Pero desde hace más de tres meses, las partidas presupuestarias escasean y los alimentos no llegan. La mayoría de los comedores dejó de funcionar hace poco más de un mes, agotadas ya todas sus reservas. A esos comedores asistía más de un millar de chicos indigentes, y para sostenerlos el Estado provincial erogaba la suma de 26.880 pesos. Desde julio, ese magro presupuesto ya no existe.

 

Los responsables de los comedores Gotitas de miel, del barrio Los Guaytimas, y los de Sonrisa de luna, del barrio La Paz, y Alegre despertar, del barrio El Progreso, confirmaron que sus puertas están cerradas porque no tienen nada para ofrecerles a los chicos.

El jefe del área de Acción Social de la municipalidad catamarqueña, Fernando Olivera, confirmó que el dinero entregado en julio sólo alcanzó para mantener abiertos los comedores unos cuarenta días. El único comedor que funciona todavía es Nuevo Amanecer, del barrio Los Palacios, ya que recién hace dos semanas se integró la comisión para administrar los fondos oficiales, pero diariamente, unos 70 chicos de entre 7 meses y diez años deben retirar los alimentos que les corresponden, porque no existe un lugar físico adecuado para darles de comer. Las personas encargadas de la cocina preparan las viandas con lo indispensable y a la sombra de un árbol ubicado a la vera de la cancha de San Lorenzo: cuando llueve o hay mucho viento, o cuando hace frío, la tarea de alimentar tantas bocas se vuelve una empresa imposible de llevar a cabo.

El intendente de la ciudad de Catamarca, Hugo Avila, reclama al gobierno provincial “un aumento en el gasto social de los comedores”, y estima que “la ración debería estar por encima de $1,25” ya que Catamarca “es una provincia rica”. Cuando asumió en la gobernación el ingeniero Brizuela del Moral, la coparticipación era de 30 millones de pesos, y hoy trepa a los 70 millones.

Por otra parte, los padres de los chicos que se han quedado sin alimentos denunciaron que, desde hacía un tiempo, responsables de Acción Social los hacían firmar por dos bolsones de comida, cuando en realidad les entregaban sólo uno. Mientras la intendencia y la gobernación se echan culpas y la burocracia sirve de excusa para la corrupción, la urgencia del hambre persiste en esa provincia como en varias otras. El tiempo que se pierde es irreparable, pero la política de manos sucias está lejos de haber quedado atrás.

Fuente de datos: Diario El Ancasti - Catamarca 01-11-05

 


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