Casilda, los pibes y la esperanza

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Por Carlos Del Frade

(APe).- “Ya llega la murga   
con alegría y sencillez   
criticando con sus tambores  
el descuido a la niñez”.

   Así dicen los versos del Colectivo de Trabajadores de Niñez y Juventud de la ciudad de Casilda, otrora capital de la miel, en el sur de la provincia de Santa Fe, otra vez acosada por las aguas.

Decenas de jóvenes trabajadoras y trabajadores que ponen sus cuerpos y almas, todos los días, para que las pibas y los pibes de los sectores populares reciban un cachito de afecto y un mínimo de atención de las distintas formas del estado, se reunieron para debatir en torno a las políticas públicas que existen en las leyes pero que no suelen hacerse concretas en la realidad.

A pesar de la lluvia, en el Museo Histórico de la ciudad, esas jóvenes profesionales, esos muchachos sensibles, le quitaron tiempo a sus merecidos descansos y a pesar de recibir sueldos miserables, eligieron, una vez más, juntarse para hacer algo por las chicas y los chicos.

Denuncian “la vulneración de derechos de la población con la que trabajamos y que van a contramano de la aplicación de las leyes vigentes de protección y promoción de derechos hacia la niñez, la juventud y la familia”.

Agregan “la falta de presupuesto, la mala organización de recursos y el incumplimiento de derechos laborales esenciales de los trabajadores”.

Advierten “la actuación de las fuerzas de seguridad. Vemos con preocupación casos en los que las mismas actuaron don “dudosa” legalidad en cuanto a la intervención con jóvenes de la ciudad” y la “falta de espacios recreativos y culturales contemplados por las leyes vigentes de infancia (ley provincial 12.967 y ley nacional 26.061)”.

Y remarcan la “ausencia de programas e instituciones para alojar temporariamente a jóvenes en situación de calle o ante alguna situación de riesgo”.

A su turno, un joven trabajador de la Dirección de Niñez de Rosario, expresa que en su lugar de encuentro cotidiano, en pleno centro de la ex ciudad obrera, no hay ventilación y por lo tanto el aire está enviciado, “hediondo”, una clave para mostrar la distancia entre lo que se dice con respecto a los derechos de la niñez y la práctica cotidiana y concreta.

Describe, haciendo uso de una inocultable sensibilidad y lucidez, la características de chicas y chicos de menos de catorce años que sufren “una dualidad muy fuerte. Son muy pibitos y también muy hombres. Quieren jugar y también manejan armas. Es un contexto muy complejo. De imposible solución desde nuestro lugar. A veces no podemos garantizar que esas chicas y esos chicos que vamos a buscar para intentar salvarlos de situaciones de violencia, puedan comer todos los días. Es un servicio que, aparte, es de lunes a viernes”, sostiene el profesional.

También apuntan los reclamos a la contradictoria práctica del gobierno de la provincia de Santa Fe que alquila o “convenia” instituciones privadas para alojar a las chicas o los chicos que deben ser protegidos.

Que es muy difícil asegurar la continuidad en la escuela de esos muchachos y chicas porque los contextos son de alta violencia, donde la policía convive y articula negocios con los que manejan el narcotráfico y las armas en algunos barrios de la ciudad.

Ellas y ellos, los trabajadores relacionados a distintas reparticiones públicas vinculadas a niñez y familia en el sur de la provincia de Santa Fe, insisten en su compromiso cotidiano.

Saben que la hipocresía que disfraza lo poco que se hace con lo mucho que se dice, solamente puede derrumbarse por medio de la construcción de una política que, de verdad, haga que la niñez vuelva a estar privilegiada, no solamente en Santa Fe, sino también en la Argentina.

Que mientras vuelven los viejos coros que piden la mano dura contra las pibas y los pibes de los barrios empobrecidos, ellos estarán allí, mostrando que la niñez necesita abrazos, ternuras, políticas y presupuestos que verdad se jueguen por un presente de mayor justicia e igualdad, de mayor humanidad.

“…se puede dar un vuelco en políticas públicas que apunten a garantizar los derechos de niños y jóvenes, trabajar mancomunadamente para que haya más posibilidades e inclusión y así bajar los niveles de violencia entre ciudadanos y de inseguridad. Nuestro compromiso va en ese sentido, para eso trabajamos”, dicen el Colectivo de Trabajadores de niñez y Juventud de Casilda. Y cada palabra que pronuncian la sostienen con la práctica. He allí una postal de la esperanza.

Fuentes: Colectivo de Trabajadores de Niñez y Juventud Casilda; profesionales presentes en el encuentro celebrado el sábado 9 de abril de 2016 en el Museo Histórico de Casilda; entrevistas del autor de esta nota.

Edición: 3132


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