Desaparecidos en democracia

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Por Carlos Del Frade

(APe).- -Me voy a convertir en una madre de Plaza de Mayo… el problema es que estamos en democracia– dice Alberto Perassi, el papá de Paula, desaparecida el 18 de septiembre de 2011 en algún punto de la geografía del departamento San Lorenzo, al sur de la provincia de Santa Fe, de donde salen cientos y cientos de millones de dólares.

El cuerpo de Paula, como el cuerpo de Jorge Julio López, está desaparecido desde distintos 18 de septiembre. El del albañil, desde 2006. Desaparecidos en democracia.

Durante años hemos escrito y declarado en los juicios de lesa humanidad sobre las tramas de relaciones entre brutales torturadores y violadores en los centros clandestinos de detención alimentados por el dinero del estado genocida y los delincuentes de guante blanco, los empresarios que fueron los titiriteros de aquel horror planificado.

Esas tramas, esas relaciones son las que se reciclan, entonces, para desparecer también democracia.

Mientras la Argentina empieza a ser el nombre de una cuenta corriente más del Fondo Monetario Internacional y algunos bancos extranjeros, los cuerpos desaparecidos de Paula y Jorge López parecen ser anécdotas al margen.

Creemos que no.

Que gran parte del saqueo que hoy sufren jubilados, trabajadores, desocupados, subocupados, chicas, muchachos y niñas y niños, tiene en semejante doble impunidad una parte explicativa del presente.

A siete años de la desaparición de Paula no hay fecha cierta de inicio del juicio oral y pública para los procesados, entre los que hay media decena de policías santafesinos. La misma fuerza que durante años acompañó el desarrollo del narcotráfico en estas tierras de fabulosas riquezas concentradas en poquísimas manos.

-Siento que ni siquiera voy a encontrar los huesitos de mi hija como tantas veces pedí. Los pactos de silencio y dinero siguen firmes en San Lorenzo – agrega Alberto en diálogo con APE.

Hasta ese infausto domingo 18 de septiembre de hace siete años, la mujer de 34 años estaba casada con Rodolfo Ortiz y tenía dos hijos varones de dos y seis años. Con el transcurrir de la investigación salió a la luz que ella mantenía una relación sentimental con Gabriel Strummia, entonces un empresario de Puerto San Martín, de 41 años, y que estaba cursando las primeras semanas de embarazo fruto de este vínculo. La causa dio un vuelco cuando los fiscales Ramón Moscetta y Donato Trotta solicitaron en abril de 2015 al juez Juan José Tutau, a quien había pasado la causa, la detención de nueve personas, sobre la hipótesis del crimen y una red de encubrimiento, ya que incluía a cuatro civiles (Strummia, su esposa Roxana Michl, Díaz y la partera Mirta Rusñisky), tres efectivos policiales (Gabriel Godoy, Aldo Gómez y María Galtelli) y dos altos jefes de la fuerza (Jorge Krenz y el ex jefe de la Agrupación Cuerpos Adolfo Daniel Puyol). La figura que se les imputaba a los civiles era "aborto sin consentimiento seguido de muerte" y "privación ilegítima de la libertad agravada", y a los policías, "encubrimiento" del crimen e "incumplimiento de sus deberes".

La hipótesis era que la víctima fue llevada por la fuerza a la casa de la abortera en Timbúes donde se consumó el hecho. También se estableció que el día anterior a su desaparición Paula había contactado un médico con la intención de practicarse un aborto, pero el facultativo le había advertido que a causa de una afección, en caso de realizarlo sufriría una hemorragia que pondría en riesgo su vida. De ahí se presume el trágico final de Paula y que su cuerpo fue hecho desaparecer y aún no ha sido hallado pese a los numerosos operativos del Equipo Argentino de Antropología Forense.

Los hijos de Paula, Agustín y Lucas, tienen hoy 10 y 13 años. Sus abuelos los criaron desde entonces. Como pueden en medio de la Argentina devenida en una simple cuenta corriente del FMI y los bancos extranjeros.

El cuerpo desaparecido de Paula Perassi, como el cuerpo desaparecido de Jorge Julio López, cuestionan la profundidad de la democracia en la Argentina.

La memoria obliga a pelear contra las tramas que construyen impunidad en el presente. No se tratan de hechos del pasado.

Edición: 3705

 


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