Genocidio sin desierto

|

Por Alfredo Grande

(APe).- Desde hace algún tiempo, no son pocas ni pocos los que me dicen “maestro” y “profeta”. A pesar de la tentación inmanente de mi apellido, nunca me “la creí”. Siempre fui temeroso de dios y de Freud. Aunque fuera el dios pagano que algunos llaman “sentido común”. Pero, de a poco, diría que exageradamente de a poco, empecé a percibir que algunos conceptos tenían ratificación teórica y política.

Orlando Balbo, maestro y militante, me dijo en el encuentro de educación popular en San Luis, organizado por la Asociación de Docentes Universitarios (ADU) y la Universidad Trashumante, que usaban con frecuencia el concepto de “fascismo de consorcio”. El principal referente de la Trashumante, el sociólogo y educador popular Tato Iglesias, enmarcó la Jornada desde el concepto de “cultura represora”. O sea: si nuestra tarea política es subvertir el orden represor transformando el modo de producción social, me parece que primero hay que transformar la forma de pensar a ese orden represor que pretendemos transformar. A las pruebas me remito, aunque no sean muchas. Pensar que estamos en democracia, aunque sea imperfecta o patética o miserable o corrupta, o injusta, pero a pesar de todo, democracia. Como el chiste del tozudo que comía jabón y decía: “es malo, pero es queso”.

Pues bien: hablar, sentir, pensar, actuar en clave democrática, es pura ganancia de los conquistadores depredadores de estas tierras. O sea: un obstáculo y además una resistencia. No hay división de poderes, sino profanación de poderes. Poderes que además son ajenos. Las marionetas de turno, algunas realmente graciosas u otras directamente vomitivas, son apenas eso. Marionetas, títeres, chirolitas. Colonia sí, patria tampoco.

Quizá hayamos regresado a una especie de virreinato del Río de la Plata bajo la tutela de diferentes reyes y reinas. Los catalanes van a un referéndum porque no se bancan a la España Real. El pueblo vasco ha sido castigado de todas las formas posibles pero ahí están: siguen siendo vascos.

Para nuestros gobernantes – regentes – virreyes –nobleza- el recuerdo de la primera junta de gobierno patrio es apenas un feriado más. Y el menos importante. La asamblea del año XIII una curiosidad histórica. El programa de Huerta Grande no tiene inscripción en las reducidas mentes de nuestros dementes dignatarios. Tenemos tantas pruebas de tantas infamias, estafas, delitos comunes y no tanto, que (me) sorprende la banalización de ciertas discusiones. En el Congreso de Derechos Humanos y Salud Mental, que organiza la Facultad de Psicología de la Universidad de Rosario, coordinado por la Lic. Alicia Tuccio, tuve oportunidad de empezar a pensar el tema de los privilegios humanos. Imposible defender nuestros derechos sino atacamos sus privilegios. Y no solamente los de la una Corte exenta de impuestos a las ganancias de ellos.

La democracia ha consagrado el reino de los privilegios. O sea: no es democracia, y lo único que queda es una palabra hueca y vacía en el mejor de los casos. En el peor, plena de contenidos nauseabundos. La democracia es una conquista de las clases dominantes. Otra forma de someter, más elegante (más chic, diríamos hace algunas décadas) que las botas y los campos de exterminio. Dictadura vestida de seda, dictadura se queda. Morituri te votant. Los que van a morir te votan. Ciudadanos que apenas somos gladiadores esclavos de diferentes formas del César.

El informe anual 2017 de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) señala la existencia de un agravamiento en lo que se viene denominando “el sistema de la crueldad” vigente en territorio bonaerense. A esa conclusión se llegó luego de analizar una serie de datos contundentes. En julio de este año se llegó al “récord histórico” de 41.729 detenidos en cárceles y comisarías, mientras que en 2016 se registraron 385 muertes de personas bajo custodia del Estado provincial; un total de 156 casos fatales ocurrieron en cárceles, lo que significa que hubo 13 fallecimientos por mes, a razón de más de tres por semana. Otro dato alarmante fue la comprobación de que “la tortura es una práctica sistemática” al punto de que se recibieron 16.403 denuncias por hechos de violencia que afectaron a 3054 detenidos en el sistema. Los casos de torturas y malos tratos motivaron la presentación de 4.051 acciones judiciales”.

Si a buen entendedor pocas palabras, el problema es que somos muy malos entendedores. O sea: no queremos entender. Porque entender es enojarse, deprimirse, violentarse, te sube la presión, te baja la emoción, en fin, el que entiende sale de su “área de confort”. En El hueso y el Esqueleto, Carlos del Frase nos hace entender que: “El carácter paraestatal de los negocios más sustanciosos del crimen organizado: narcotráfico, trata de personas, contrabando de armas y juego ilegal, está mucho más allá de las propias fuerzas policiales. El hueso policial, en definitiva, forma parte del esqueleto estatal del capitalismo argentino.” O sea: hay columnas vertebrales más allá de las sindicales. Claro, lamentablemente no como el agua. Pero al mal entendedor, siempre le faltan las palabras. En esta democracia que ni siquiera quisimos conseguir, la cultura represora ensaya inéditos métodos de destrucción masiva.

En “Rocío y la fruta envenenada”, Silvana Melo escribe para que alguna vez entendamos: “La mandarina que mató a Rocío el sábado, en un paraje rural de Mburucuyá, Corrientes, es un arma mortal del sistema. El furadán, que posiblemente la haya paralizado sin regreso, es el veneno brutal e imprescindible para que el modelo siga en pie. Y su uso indiscriminado es el dibujo más perfecto de la impunidad: el descuido, la indolencia y la facilidad de utilizar un tóxico mortal para fulminar a los pájaros que acechan los cultivos de arándanos. Envasado en un hermoso y tentador cítrico, monstruoso cuando una nena de doce años lo disfruta camino a catecismo. Esta es la historia que cuenta el abogado Francisco Pisarello, quien se echó al hombro la tragedia de una familia carente de todos los recursos imaginables. Económicos y sociales. Una historia que difiere de lo que han relatado los medios en estos días. Una historia con un veneno que es el mismo que mató 300 perros en un pueblo cercano a La Plata. Y que es uno de los únicos que terminan con los insectos que atacan a la soja”.

Una mandarina terrorista sólo puede ser producida en un Estado Terrorista que ha crecido camuflado en los repliegues y escondites de las democracias restitutivas. La hipócrita búsqueda de Santiago - López aparece como discurso justificatorio para la continuación de la masacre de nuestros originarios por otros medios. La búsqueda es la excusa miserable para seguir sembrando terror y humillación entre los más débiles entre los débiles.

En “López y Santiago, todo es ausencia”, Claudia Rafael escribe para que entendamos: “López, el Viejo. López, a secas. López, el hombre al que desaparecieron dos veces. Jorge Julio López. Un apellido común. Simple. Gallego. Ni Pérez, ni Fernández, ni González. López. Con su camisa cuadrillé y la campera roja, para siempre roja. En noviembre cumpliría 88 años. Sesenta más que Santiago. ¿Podría ser el padre? ¿El abuelo? Él es López. El pibe es Santiago, nomás. El viejo sigue teniendo el cabello cano. Siempre igual, como quedó congelado en las fotos. Santiago las rastas, la barba y los bigotes. Los igualan las garras del poder. Los hacen pares. Los depositan en el limbo donde son inasibles. Donde no llega el abrazo ni el grito y menos aún el susurro y el canto. Es ese limbo donde ya no hay palos, ni gases, ni balas de plomo ni submarinos secos”.

Por eso tenemos que empezar a transformar nuestra capacidad de entender, y entonces podremos transformar a la cultura que nos fabricó para no entender. La conquista no fue de un desierto. Terminó siendo desierto porque fue conquistado. Arrasado. Tierras a granel para familias patricias que nada hicieron por nuestra independencia política. Indios, indias, niños, vendidos, prostituidos, esclavizados, degradados. Lo advirtió Aristóbulo del Valle. Y lo denunciaron tantos otros. Pero las conquistas siguen. Y la derecha nos impone su agenda de exterminio.

Escribí “Yo sé donde está”. Ahora digo. Yo sé porque no aparece. La cultura represora lo ha convertido en la excusa perfecta para la continuación del genocidio sin desierto. A los pueblos originarios los despojan de su origen. La tierra. Y al menos yo, también los he dejado solos. Tristemente abandonados. Nada podrán mejorar con este trabajo. Que además no creo que lean. Y es tan cruel la cultura represora que hasta logra que termine no habiendo diferencia entre los que la construyen y entre quienes la combaten. A más de 4 años de la conquista del Borda, recuerdo lo que dije en un acto organizado entre otros, por Oscar Ciancio.

Aunque no puedo dejar de pensar que recordar luchas pasadas es la peor manera de seguir luchando.

Edición: 3443

 


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte