Redes sociales y sociedades enredadas

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Por Adriana Meyer, especial para APe

 

         (APe).- No importa si tenía 5 años o 13, es un chico que hace un par de semanas entró a un negocio en el centro de Mar del Plata y con una botella rota amenazó a una embarazada con la intención de robar. La encargada del comercio lejos de amedrentarse lo sacó a empujones del local y luego siguió pegándole en la vereda, alentada por varios peatones que caminaban por allí y decidieron tomar posición a favor del linchamiento. La noticia llegó a las redes, primero en el portal 0223.com, luego recogido por Cosecha Roja, y con el paso de los días comenzaron a circular textos en Internet de personas que hacían “aclaraciones” respecto de la edad, que comentaban que la encargada había sido echada injustamente por defender el local, pero en su mayoría se sumaban a esos transeúntes que habían vitoreado la golpiza al pibe, que vivía en la calle, estaba sucio y usaba ropa bastante más grande que su talle.

“Vi a la mujer que pateaba a un nene muy chiquito, lo tenía contra un árbol, hecho una bolita y lo pateaba”, contó Silvana Coronel al sitio 0223.com. También dijo que se acercó más gente a la esquina de Diagonal Pueyrredón y Belgrano, y que la alentaron para que siguiera pegándole. Coronel intentó detenerla, pero la mujer le respondió que la había querido 

robar, que por eso lo golpeaba. Entonces quiso llamar a la policía, pero los comerciantes la trataron de loca. “Decían que había que matarlo de chiquito, que así no iba a joder más”, dijo. En algún momento, el niño se pudo escurrir entre las patadas y salió corriendo. “Fue todo tan rápido que no llegué a agarrarlo ni vi si estaba lastimado”, contó Coronel.

El mismo sitio web informó días más tarde que el pibe había sido encontrado y derivado a un hogar para su resguardo, al tiempo que avanzaba la causa penal por la golpiza que había recibido. La fiscal Graciela Trill está a cargo de la causa penal por el intento de linchamiento y la dirección de Derechos Humanos que la inició espera que convoque a quienes puedan aportar datos. “Está instalado que los niños y los jóvenes son sujetos peligrosos de los que hay que defenderse y eso es algo que, como Estado, debemos negativizar. La acción de la comerciante así como la de quienes convalidan estas cosas deben ser repudiadas, rechazadas, y nosotros no miramos para otro lado”, expresó el responsable de la dirección de Derechos Humanos José Luis Zerillo. Menos bonito le dijeron de todo al chico en los comentarios de la nota, en Internet. Sólo uno mencionó que pegarle a un niño es un delito grave, y otros cuestionaron que el funcionario no se ocupa de los menores si no salen en los medios, como sucedió en este caso. La mayoría de los 92 comentarios tenían este tenor:

 “Quisiera saber en qué instituto está, así les voy a donar una fusta alma de acero que me sobró de cuando domaba yeguas!!”
 “Total después queda libre y sigue haciendo cagadas. Hay que pegarles un tiro y un negro menos.”
 “Pobre chiquito, criatura de Dios. Después te pegan un tiro y andá a contarla. Muchos pelotudos apoyando a los delincuentes. Yo la puedo contar. No pueden estar a favor de estos chorritos”.

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Al episodio en Mar del Plata siguió uno muy similar en Neuquén, pero esta vez fue la policía la que le rompió la cara a un joven por robar queso. Lo golpearon delante de una pintada que decía "ni un pibe menos". Un usuario de Facebook escribió: "La sangre llega al cordón". Y estalló otra vez la polémica en las redes sociales.

Tras el ataque de vecinos en que murió David Moreira, el 25 de marzo en Rosario, el linchamiento pasó a ser tema de debate en las redes y en los medios. Sin embargo, la abogada Claudia Cesaroni escribió en contra del mismo porque “el mero debate ya supone una concesión inaceptable”. http://cepoc-cepoc.blogspot.com.ar/2014/04/sobre-la-utilizacion-de-la-etiqueta.html. Luego, como suele suceder, la polémica se disolvió en el aire para dejar lugar a otros tópicos. Y a los dos meses, Página12 reportó que no había ninguna novedad en la investigación judicial para esclarecer el asesinato de David, el joven albañil de 18 años que fue asesinado a golpes por personas que lo acusaban de arrebato.

Pocos días después de la difusión de las imágenes de torturas a jóvenes presos en San Luis, trascendió que esta práctica es “cotidiana” y que hay “más fotos de vejaciones”. Los pibes aparecían desnudos, agachados con la cabeza contra el piso y esposados en la espalda, con el objetivo de ser “inspeccionados” por los celadores y los perros. El ministro de Seguridad puntano Martín Oliveros dijo que eran hechos aislados pero fue desmentido por los familiares de los detenidos, quienes afirmaron que “los someten de manera sorpresiva a maltratos colectivos cada vez que a un jefe se le ocurre”.

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Esa semana el sitio Cosecha Roja publicó la historia de un pibe de 14 años, “culpable de todo en Villa Diamante. La policía de la comisaría 5ta de Lanús lo presenta así, los medios lo reproducen y los vecinos piden la cabeza. En una nota sin firma del diario Clarín dicen que ‘tiene aterrorizado al barrio’ y cuentan: ‘roba como si dijera buen día y no le discutas, porque te tira, es un chico muy peligroso, a un vecino de mi mamá le pegó un tiro porque lo miró mal. Estaba re paqueado y el pobre hombre venía de trabajar”. Las fuentes son un policía, un remisero y, una vez más, “alguien en las redes sociales”. La historia fue replicada en distintos medios online pero en ninguno se profundizó. Hace cuatro años que desde la dirección de Niñez del Municipio de Lanús prueban estrategias para rescatar al pibe. Marta Muñiz, coordinadora del equipo, contó a Cosecha Roja: “nos preocupa el manejo de la información, intentamos revertir el discurso que armaron de que todo lo malo que pasa es culpa de este niño”. La estigmatización, insistió, es “impresionante”. “Él construyó su identidad a partir de esto: no tiene miedo a nada, se expone todo el tiempo y eso nos preocupa doblemente”, dijo. La policía lo responsabiliza de todo lo que pasa: robos, asesinatos, desmanes. Pero, sigue la nota, “enfocarse en el pibe invisibiliza todo lo que hay detrás: alguien le vende el paco, alguien le da un arma, y la criminalización mediática le termina de cerrar todas las puertas”. El joven tiene varias causas pero todas son por delitos menores. Mientras tanto, en el grupo de Facebook Queremos Seguridad Vecinos de Villa Diamante escriben: “Es una rata, hay que matarlo”.

El pibe tiene 14 años, hace seis que no va a la escuela y consume paco en Zavaleta. Por eso, dos veces quedó internado en Casa Puerto, un centro de asistencia que depende del Gobierno porteño y cuyos trabajadores están en huelga por precarización laboral, no reconocimiento de tareas y aumentos “paupérrimos” que todavía no se cobraron. Las dos veces se fue de la institución sin el alta. El papá tiene problemas con la justicia y la mamá fue detenida junto al pibe en el último allanamiento. Cosecha Roja recordó que la Ley 26.061 que protege los derechos de niñas, niños y adolescentes prohíbe exponer, difundir o divulgar datos, informaciones o imágenes que permitan identificarlos cuando se lesione su dignidad o reputación. El Consejo Asesor de la Comunicación Audiovisual y la Infancia (CONACAI) elaboró una Guía Periodística para informar con responsabilidad sobre niñez y adolescencia. Una de las recomendaciones es prescindir de recursos técnicos de edición (pixelado, desenfocado) “porque suelen ser insuficientes” para proteger la identidad. También sugiere evitar el sensacionalismo y contextualizar las problemáticas sociales que rodean los hechos.

Una vez más, hubo quienes pedían en las redes la cabeza de este chico y también en los comentarios de la nota. Igual que pedían la del “niño polémico de San Juan”, parecido a los festejos de linchamiento de David Moreyra y similar al caso del pibe de 5 años al que intentaron linchar en Mar del Plata al grito de “hay que matarlo de chico”.

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La angustia es doble, por la impunidad que tienen las denuncias por violencia institucional lo que genera la repetición de estos hechos, y por la naturalización que está haciendo gran parte de la sociedad, al mismo tiempo que expresa sin pudores en las redes sociales la distorsión de valores que implica justificar linchamientos de personas, peor aún de menores, y reaccionar como si la presunción de inocencia fuera tan sólo una consigna política progresista o de izquierda. Y no alcanza con enunciar que “con el ojo por ojo nos vamos a quedar todos ciegos”, ni que el límite de la defensa propia se traspasa si se apela a venganzas, ensañamientos o abusos.
Si la anomia que mostramos en aspectos como las reglas de tránsito o la convivencia en espacios públicos se traslada al fomento de la violencia como respuesta al delito, sea privada o institucional, seguirá creciendo la lista de pibes pobres desaparecidos tras negarse a delinquir para la policía, (como Luciano Arruga e Iván Torres), muertos por gatillo fácil, en ahorcamientos simulados en prisión y, ahora, en linchamientos. Hay comentarios reaccionarios y cavernícolas, pero también hay una Silvana Coronel que se detuvo, intervino y luego contó la historia. Como dijo Cesaroni, hay que “aplastar el huevo de la serpiente, antes que otra vez sea demasiado tarde”.

 

Edición: 2729

 


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